miércoles, 10 de marzo de 2010

Reir por no llorar

La gracia de lo cotidiano se manifiesta en acciones sencillas que concentradas en un momento dado acaban volviéndose especiales.

Suelo perder bastante tiempo, y en uno de esos ratos, anoche deseé un abrazo. Nada más allá de un gesto cálido, sincero y confiado (los abrazos me gustan), pero obviamente no se produjo. Lo curioso, es que hoy he sido abrazada contra todo pronóstico, en un gesto simpático y desinteresado de uno de mis compañeros más queridos. Este tipo de coincidencias, a pesar de ser actos pequeños, me mantienen alegre, igual que servir de soporte a las cabecitas cansadas de mis pequeñas diseñadoras favoritas.

Normalmente, me muestro vital y cargada de energía, pero, sin este tipo de placeres, algunos días no tendrían apenas por lo que sonreir.

El pequeño abrazador furtivo me ha dicho que madure, porque me ha visto probándome unas gafas divertidas mientras me echaba fotos. Creo que no sabe que lo que a estas alturas me empieza a sobrar es precisamente eso.

El lugar donde estudio es un sitio inspirador, más que nada por las personas. Tengo la suerte de sentirme cercana tanto a los profesores como a los alumnos y, a la vez, una pieza que no desentona en ese conjunto tan plural. Puede decirse que es casi lo mejor de mi vida.

Otra cosa buena, ha sido comprobar, en principio, que aparte de diseñadores, en la escuela hay artistas, gente con inquietudes más allá del mundo mercantilista y con conciencia para utilizar sus capacidades en pro de los demás, con pensamiento libre, no condicionado por sus profesores y con talento. Esta primera idea me motiva para analizar mi propio enfoque del diseño y darme cuenta de que mis conocimientos previos no son tan inútiles como hasta ahora estaban resultando. En esta línea, viene la segunda reflexión: el consumidor de Arte muchas veces es un completo desinformado, personas con dinero y sin criterio que eligen y pagan. Es aquí cuando vuelvo a caer en la cuenta de que si pintase, no sólo haría cosas mejores que las que cierto público consume, sino que sabría aunar lo medianamente comercial con lo eminentemente artístico, que cualquier consumidor crítico podría valorar. Lo único que me faltan son los temas, cosas que me apetezca plasmar, narraciones o mensajes dignos de hacer llegar.

No puedo zafarme del espíritu conceptual, ya no en cuanto a forma, sino a contenido crítico-ideológico de la pieza en sí. El Arte por el Arte no es mi fin.

Estoy aprendiendo a guardar la calma, me pregunto si incluso más de lo que debería. No he explotado ni me he venido abajo en circunstancias recientes bastante extremas y eso, en parte, me reconforta. Tampoco pierdo de vista objetivos cercanos como aprobar ciencias o ponerme con proyectos, pero reconozco que los retraso. Dedico horas y horas a divagar acerca de todo lo que querría hacer y al final... no hago ni lo que tengo que hacer.

He vuelto a morderme las uñas, pero no importa, volverán a crecer. Confío en que mañana hayan risas otra vez.

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