domingo, 7 de marzo de 2010

Nuestra era

Nunca fui de esas personas que se quejan del tiempo que les tocó vivir. La gente dice que los 90's y 2000's no tienen nada de especial, que desearían vivir en los 80's, los 60's... En cambio, siempre defendí que lo especial de mi era, era haberme criado en los 80's, posiblemente la mejor década para educar a un niño, crecer en los 90's y madurar en los 2000's, teniendo la perspectiva del tiempo para admirar y valorar los 40's, 50's, 60's, 70's, 80's e incluso, por qué no, los 90's.

Hoy podemos beber de lo bueno de aquellos tiempos dejando de un lado lo malo, como pudo ser la propagación del virus del SIDA, aunque, claro está, no inmersos. Este tiempo discontínuo nos ha brindado la opción de elegir y por ello estaba agradecida... pero... de poder elegir, ¿quién elegiría vivir una crisis mundial en una vida de apenas 90 años? En realidad, de tener esa opción lo más importante no sería la crisis en sí, sino el país, la raza, el sexo o la clase social que determine el resto de tu existencia.

Salir a la calle te hace contemplar el mundo, sus contrastes, sus ritmos. Viajar te hace contrastar tus raices con las de otros, examinar sus dinámicas y aprender de sus virtudes. Pero cuando se está realmente en el mundo es cuando se está formando parte activa de él, cuando trabajas y te sacrificas por ganar el dinero que te permitirá consumir y subsistir. Es entonces cuando todo cobra sentido.

"Esa opción ni siquiera es posible para mucha gente", se piensa... pero, no es cierto. Dos días entregando currículums: tres ofertas laborales. La cuestión es, que en mi caso, al ser licenciada, "en teoría", las opciones laborales ofertadas no han resultado de buen agrado en mi núcleo familiar, ya que al pertenecer a una clase media con ambos progenitores en activo, la necesidad (según ellos) no me obliga a optar a esos puestos pero... me hace pensar en esa gente que aparece en televisión, que he contemplado en la oficina del paro, que pide por la calle "por favor..." ¿no podrían dedicar un par de mañanas a visitar restaurantes y bares? ¿o realmente no se sienten en la necesidad de trabajar en esos puestos? En Murcia hay trabajo señores.

No es casualidad que la mayoría de esos empleados sea gente extranjera, que ahora ocupa los puestos de los que antes eran de aquí, y no es precisamente porque nos estén robando el trabajo, sino porque nadie quiere trabajos como esos. Las generaciones actuales se han criado enfrascadas en la infraestructura mental del: tienes que estudiar para ir a la Universidad... y ¡¡¡ zas !!! ¡crisis! ¡Bolonia!... licenciados equiparados prácticamente a diplomados, a pagar máster quien pueda, parados con título superior y gente que en su vida ha dado palo al agua. Lo peor del desastre es que la situación puede llegar a desbordarte psicológicamente, paralizándote, sin poder buscar alternativas. Pero las hay. Sólo hay que abstraerse de la cultura del "no puedo", del "eso no", del "no es para mí". Hay que mirar al que sí que no puede y sacar fortaleza aunque sea de la suerte de estar sano.

Últimamente se me repite la frase de "la necesidad activa la creatividad", la astucia, el ingenio o como lo quieran llamar. El caso es que la gente con menos recursos aprende a salir del hoyo solita y no tiene tiempo para llorar, porque si no trabaja no come, y aún así, progresan o guardan ese espíritu de superación.

Tener un trabajo que te realice como persona, con el que te sientas bien, medianamente feliz, que no esté en contraposición con tus valores y principios, es uno de los mayores privilegios a los que se puede aspirar. Desde luego, si alguna vez tuviese la suerte de poder vivir así, y poder mantener a mi propio hijo por este medio, le inculcaría primeramente el valor y lo honroso del trabajo, lo que dignifica al ser humano y lo importante de su elección, y si tiene esa capacidad de elección, no me importará si es panadero o abogado siempre que se sienta feliz y realizado.

Tengo 25 años y siento que llevo malgastados como unos 7, pudiendo haber optado por vias diferentes a la que opté, organizando un esquema de vida distinto, enfocado a la inserción laboral, no de un modo iluso, sino coherente... pero bueno, el fin de la redacción no era quejarme de mi era.

Es posible que el sistema educativo esté fallando en cuanto a este tipo de cuestiones. La orientación en institutos o colegios tendría que venir desde la ESO, asesorando acerca de las opciones que se cierran con la elección de asignaturas en cada curso y así, hasta donde se siguiese. Ni siquiera en los estudios universitarios se incide en cuestiones tan básicas como las salidas profesionales a nivel de oposición, empresa privada, marcos legislativos con respecto al sector... Se vive en la burbuja de la euforia universitaria, pendiente de aprobar y descreído de que el crudo final llegará. Pero llega, y el año postcarrera es el infierno. Perdido, hundido, frustrado, timado... Son muchas las sensaciones negativas que se adueñan de ti. Ver los días pasar igual de vacíos que empezaron, la pérdida de un eje motivacional como el simple hecho de asistir a clase. Sé que es bochornoso en contrapunto con el tema que tocaba antes de los trabajos intensos y poco remunerados pero, es un problema actual que hoy día afecta a demasiadas personas.

Faltan asesorías juveniles, estamentos que velen por la pronta inserción laboral.

Estuve un mes yendo a una orientadora del sef y fue incapaz de darme información acerca de las opciones que tenía, me mandó a dar clase en talleres... No sabría cómo describir este tipo de inutilidad. No creo que sea culpa de la pobre funcionaria sino del organismo en sí. Algo está fallando en muchos sentidos y las soluciones no vienen precisamente solas, pero bueno... vamos a aprender a encontrarlas porque la necesidad no nos deja elección.

En mi caso, la ausencia de pilares fundamentales ha hecho que me lance desesperada a la búsqueda de alternativas para tratar de mejorar. La meta de la independencia, más que una necesidad, se me plantea como un medio para lograr la felicidad y... tal vez... reconstruir esos pilares con cimientos renovados.

Levantarse por la mañana y observar como el tiempo va marcando tu rostro mientras sigues en el mismo sitio... te desgarra por dentro si tu espíritu tiene unas alas que llegan al cielo, y yo... lo tengo.

No puedo ser convencional, y tampoco quiero serlo, pero tengo los pies en la tierra. La elección ideal ahora es un lujo que no está a mi alcance, pero no al que esté dispuesta a renunciar.

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