lunes, 15 de enero de 2018

Angel fire

Todo lo que queremos va a ir muriendo. Y no digo perder lo que tenemos, porque no tenemos nada. La noticia de la muerte de Dolores O' Riordan asola el que llaman el día más triste del año, blue monday. Un año de perros. Seguramente empezará como una tragedia y luego remontará, quién sabe... sólo sé que ella está muerta con 46 años y que hace 11 estaba a cinco metros de mí cantando. No puedo conocerla personalmente pero creo que debe haber sufrido mucho. No hay mucha gente a la que admire, podría contar con los dedos; a la que le dedique entradas, o llore su pérdida...

El mundo es ahora un lugar mucho más triste sin ti, Dolores.

sábado, 6 de enero de 2018

El año del perro

Supongo que en honor a Antístenes este año no me queda más remedio que ser una buena cínica.

Prácticamente mi tablero de Scrabble se disolvió, y podemos decir que apenas quedan las palabras verticales. Cosa que, por otra parte, era de esperar, y por eso estaban ahí. Como columnas que estructuraban el conjunto. Tal vez sería buen momento de buscar otros apoyos.

Mi idea para este año es simplificar y deshacerme de viejos rituales, sobre todo, de control temporal. Creo que eso puede ayudarme a asimilar mejor el tiempo que se va y no vuelve, sin regodearme tanto en lo que era y no fui o era y no fué.

Aquella maleta de la que hablé hace unos años tuvo mucho que ver sin saberlo y ese mismo sentimiento se renovó el año pasado cuando compré mi casa. Pertenencias de mujeres olvidadas, proyectos inconclusos, soledad, abandono. Estoy bastante hecha a la idea de que mi vida está ligada a la soledad, y podría decirse que por mi propia culpa. Espero grandes cosas de los demás, espero detalles que no llegan, interés que no está, que es material de una forma inservible, y al final llega siempre la decepción. Porque seguramente a la vida le pido algo que si ella me pidiera a mí no podría dar. Seguramente espero que el mundo sea como yo quiero que sea y no como el mundo es.

Y todos sabemos que eso es imposible.

Así que en el transcurso de este año que terminó recientemente yo crecí sintiéndome por fin propietaria, por algo que surgió de la constancia en la búsqueda, y de la falta de miedo. Y así es como se consiguen las cosas que salen bien. Y fue como heredar la casa de una mujer de la que nadie habla y quizá no echen ya de menos, en la cual me reflejo sólo como continuadora de la obra de transformar el lugar que habitó, respetando su recuerdo. Incluso guardando sus fotos, alguna de su ropa, algunos de sus objetos, con el máximo cuidado para que, aunque no seamos nada, ella sienta si estuviera en algún lugar que agradezco el vivir aquí.

Y básicamente mi último fracaso viene de ahí. También me niego a vivir sumergida en el ostracismo. Porque es otra forma de muerte cuando sientes que no hay mayor vía de conocimiento que la relación con otros y con su entorno. Así que de poder elegir entre tener una relación estupenda, un hogar compartido y amor incondicional, ¡eso sí!, entre cuatro paredes, yo elijo volver sola a la casilla de salida. Aunque claro, con todo lo que he conseguido por mi propio esfuerzo.

Las metas en la vida fluctúan, eso está claro, y no siento una prisa tremenda por alcanzar ésa en concreto a toda costa o con una persona que me inspire dudas. Y como eso, en la amistad también espero que los amigos sean buenos amigos, ¿por qué no? solo que la mayoría tiene una manera bastante peculiar de expresarlo.

Cuando tus amigas tienen ya la típica vida en pareja, o se han casado, o sólo quieren quedar para tomar un batido por la tarde, llega un punto que el listón de compañía para los planes festivos hay que bajarlo. Básicamente, nunca he discriminado por edad en cuanto a eso, pero ahora tampoco lo hago en cuanto a complejidad argumental, basta con que esas personas quieran hacer las cosas. Creo que lo más importante a fin de cuentas es tener la oportunidad, y si ellos me la dan, bien está.

Pero eso no sucede muy a menudo, y mi gran salvavidas es el gran proyecto de restauración de una casa de 1970, en la que el agua no tiene la presión suficiente para relajarse en la ducha y con una instalación eléctrica propia de la época. Eso sin contar las grandes deficiencias a nivel de aislamiento térmico que tengo que solventar antes de que el verano llegue. Porque en Murcia el invierno nos da igual pero el verano... eso sí es para temblar.

Pero bueno, no voy tan mal, y eso entretiene mi mente. De hecho es frenético a veces. Sumado a las clases de chino es lo que llena la semana y me aleja un poco de ahondar en heridas que me cuesta cicatrizar.

Me gustaría cuidarme más este año y volverme a sentir más atractiva como a finales de 2016. Últimamente me noto cansada y no quiero mirarme al espejo y ver que parece que tengo casi 33 años porque mi cerebro aún se piensa como si tuviera veintialgo (si no, posiblemente ni estaría escribiendo aquí). Pero no sólo eso, necesito viajar y salir de esta ciudad pequeña, sinceramente necesito nuevas ilusiones, como las que eran nuevas hace diez años. Quiero sentir que aún tengo esa capacidad.

No tengo demasiados propósitos al margen de los comentados. Simplificar, cuidarme y viajar un poco, no es nada que no se pueda cumplir. Aún así, el año ha empezado bastante mal, aunque me haga la cínica, y espero poder remontarlo.

Ya se verá.