miércoles, 30 de diciembre de 2020

El espacio ultraterrestre

Quizá la gran verdad es que de la soledad nadie está a salvo, que ni se cura ni se palia en la alteridad o el amor, que ese sentimiento es tan parte de la vida como el corazón o los riñones, y que por mucho que abracemos a alguien queriendo ser solo uno, no lo somos. Pero eso a estas alturas ya lo sabemos, y decirlo abiertamente suena duro. Aún así, intentamos un refugio eterno en el amor, el deseo, las drogas, el sexo, el arte, el deporte, estudiar, jugar, o la forma en que cada uno despeje su mente o se aleje de su diablo interior. Cuanto más tengas a raya tu abismo, mejor estarás. Y hace mucho que me flagelo poco y sonrío mucho, y he vuelto a soñar. Y si digo que soy completamente feliz algunos días de la semana no estoy mintiendo.

Pero nadie va a superar este naufragio, no existe ningún balón. Porque tú eres la isla.

Tal vez llegue el día en que, de verdad, nadie falle, ni siquiera uno mismo, y descubra que la soledad por fin no es tan intrínseca, que estaba equivocada. Que ser una cínica existencialista con aspiraciones idealistas era sólo la antesala, el aprendizaje. Mientras, está bien no creerse del todo nuestra suerte, y seguir esforzándonos un poco cada día para no acostumbrarnos a que nos vaya tan maravillosamente bien. Que no se nos olvide caer de pie.

Pero todo esto es muy fácil de escribir y difícil de hacer.

Mis ilusiones ya rebasan la exosfera. Así que vamos a llamarlo felicidad.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

Aura

Ser adulto implica una gran responsabilidad, pero también trae consigo grandes revelaciones. Y cuando estudias te sientes reconfortado, comprendes más tu camino.

Vivir en un clima de gritos y chantaje crea un estado de alerta en los niños que eleva sus niveles de cortisol en sangre, y leyendo todas las afecciones que genera la liberación de esta hormona de manera continuada puedo ver el historial clínico de mi hermano y mío. Alergia, insomnio, problemas metabólicos, problemas cutáneos, problemas gástricos, periodos menstruales irregulares, mala circulación, escasa concentración... 

Estoy segura de que la gran artífice jamás se tomará la molestia de comparar sus efectos nocivos en nosotros, de ver cómo la era del terror ha destruído nuestra psique y nuestra salud, y seguirá argumentando que es la mejor madre del mundo, que no ha cometido ningún error. Seguirá sin pronunciar jamás un "Lo siento".

Y esto es algo que ya para mí da igual pero me duele pensar en más niños y niñas en sus casas, pequeños, débiles, indefensos, creciendo en un mundo hostil inexistente, porque no hay ninguna alarma ni ninguna razón para gritar como una loca a las seis de la mañana, ni a ese volumen. Nunca el motivo es lógico.

Llevo como diez años intentando desaprender las pautas nocivas que he interiorizado como normales, pero que realmente asustan a todo el mundo porque son disfuncionales. Las barreras que han limitado mi desarrollo afectivo y me han separado de mis personas más amadas. Y aunque me siento cerca de "limpiarme", siempre hay algo. Las técnicas de evitación, por ejemplo. El salir huyendo sin más cuando no puedes manejar la situación, porque es largarte o liarla. Y yo no quiero dejarme llevar por la ira, sólo quiero silencio y paz.

Pero asumo mi imperfección aunque no sea biológica, aunque sea adquirida por una educación contaminada y nociva. Soy un producto de muchísimas cosas, no sólo de eso.

Algo se ha modificado este fin de semana, quizá es pronto para hablar de su huella. Pero sé que algo no es igual, que no soy la misma persona. No sé a qué nivel, no sé si puedo mirar atrás otra vez. Estoy en una nueva fase. Y no ha hecho falta cambiar de año para sentir la catarsis.

Me operan en enero. Hasta entonces estoy viviendo como si tuviera dieciocho años, como si nadie me hubiera robado la oportunidad que me robaron, como si no importara nadie más en el mundo que mi lobo y yo, como si el amor durase eternamente y desconociera que pueden herirme. Porque quiero vivir intensamente sin desperdiciar un segundo.

Es maravilloso ser inconsciente, incluso estarlo, sentir la energía, la materia del mundo, la armonía infinita, el amor que lo inunda todo, y sentir que soy activa y útil para alguien con su plena aceptación y libertad. 

Es otro mundo.