miércoles, 30 de diciembre de 2020

El espacio ultraterrestre

Quizá la gran verdad es que de la soledad nadie está a salvo, que ni se cura ni se palia en la alteridad o el amor, que ese sentimiento es tan parte de la vida como el corazón o los riñones, y que por mucho que abracemos a alguien queriendo ser solo uno, no lo somos. Pero eso a estas alturas ya lo sabemos, y decirlo abiertamente suena duro. Aún así, intentamos un refugio eterno en el amor, el deseo, las drogas, el sexo, el arte, el deporte, estudiar, jugar, o la forma en que cada uno despeje su mente o se aleje de su diablo interior. Cuanto más tengas a raya tu abismo, mejor estarás. Y hace mucho que me flagelo poco y sonrío mucho, y he vuelto a soñar. Y si digo que soy completamente feliz algunos días de la semana no estoy mintiendo.

Pero nadie va a superar este naufragio, no existe ningún balón. Porque tú eres la isla.

Tal vez llegue el día en que, de verdad, nadie falle, ni siquiera uno mismo, y descubra que la soledad por fin no es tan intrínseca, que estaba equivocada. Que ser una cínica existencialista con aspiraciones idealistas era sólo la antesala, el aprendizaje. Mientras, está bien no creerse del todo nuestra suerte, y seguir esforzándonos un poco cada día para no acostumbrarnos a que nos vaya tan maravillosamente bien. Que no se nos olvide caer de pie.

Pero todo esto es muy fácil de escribir y difícil de hacer.

Mis ilusiones ya rebasan la exosfera. Así que vamos a llamarlo felicidad.

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