miércoles, 19 de septiembre de 2018

Sin bromas

Adelante, no hay otro camino.

Las ganas de escribir aparecen como ese gato seductor que se cruza en tu camino y no puedes dejar de mirar. Otros días no aparece. Y eso me separa de ser algo más que una observadora.

Es una cuestión de prisma. No sé si fue por volver a ver Watchmen y escuchar de nuevo I'm your boogie man, o por el día de soledad, melancolía y lluvia, que cristalizó en la visión clara de la tormenta más allá de las nubes, sin que la lluvia me tocase, como un paisaje de lo que podía estar por venir... Fue eso y cómo soy. Porque el bueno y el malo son arquetipos de perspectivas distintas en una realidad poliédrica, cuestión moral, cuestión legal, cuestión afectiva... El caso es que mi propia convicción, el hablar con la verdad absoluta, podrá ser inspiración para algunos y rechazo para otros. Al igual que no podemos distinguir entre si Rorschach es un villano o lo es Ozymandias, porque son héroes al mismo tiempo.

Y así, lo son también algunas personas.

Demasiado pasado a nuestras espaldas siendo jóvenes aún. Atrapados en esta broma pesada del 'regalo de la vida', mientras seguimos aquí, en la picadora de carne humana. Algunos han entendido las reglas del juego y ven oportunidades en este capitalismo desbocado que es causa de los trastornos que nos afligen, y lo hacen bien. Otros en cambio siguen sin estar adaptados.

No puedo decir que sepa todo acerca del sistema, pero lo que conozco me resulta hostil y despiadado, hipócrita y desprovisto de principios, un lugar donde a los idealistas y hacedores se les arrincona y maltrata en pro de aquellos cuya meta pasa por endiosar a las personas "correctas". Creo que sólo me apetece observar ahora, en mi teoría habitual, y llorar un rato en el coche de camino al trabajo, mientras redacto, y suena música techno que no me importa, cuando antes en mi coche Billy Meier hablaba de besar la lluvia.

Ese paisaje del que hablaba sólo era evocador de lo que ya me ha pasado, otras veces, de mi propio miedo, así que como decía, sólo me queda seguir, porque no hay nada que pueda hacer contra las opiniones ajenas, la desidia, el rencor, la decepción. Nada más que proteger lo que perdura más allá de lo que somos...

Sigo sin saber cómo acabará este viaje, porque en realidad sólo importa el camino. El final nadie lo ve hasta que se acaba.

Continuará.