jueves, 12 de septiembre de 2019

Desde lo alto del volcán

Llueve, y de repente no hay justificación para seguir procrastinando, pero sigo. Y aparto de mi mente esa tarea que me genera ansiedad real. Y avanzo.

Trabajo, y escucho mucha música, y a veces también rap. Y siento ganas de escribir en esta burbuja fragmentada. Y observo como algo debí hacer bien para crear la brecha.

A ratos, sueño con salir de aquí y conquistar de nuevo mi mundo, pero la tierra vibra bajo mis pies en la catarsis de estos meses extraños. No quiero tomar decisiones demasiado trascendentes mientras no consiga superar ciertas etapas.

Pienso, en las personas felices que vibran como las peonzas enloquecidas de Kerouac y quiero absorber toda su esencia. Tomarme un botellín en un volcán eternamente, como el Shotta, sólo que de Nestea, en la maravillosa isla de Alicia, haciendo especiales los días del calendario. Mirar la vida desde arriba, sin esfuerzo, aunque todo se tambalee abajo.

Si cantase rap te diría que cómo coño puedo sola, cómo he hecho tanto tiempo para salir de la jaula, para construir tanto en tan poco, para generar la alternativa, para no perder la fe sin tenerla. Se hace asumiendo el desgaste que conlleva muchas veces tener principios. Porque hay personas que si el cajero les cobra una empanadilla de 0'70€ a 2'10€ van y reclaman su dinero, y otras que se quedan en casa para no perder el tiempo. Y, no sé por qué, pero es imposible que me quede en casa. Es imposible que no proteste, que no reaccione y hable. Y tal vez esa es la causa de todos mis problemas. La reacción.

Divago, porque me preocupo por aspectos insignificantes en este mundo, y eso construye sin querer mi propio volcán.

Pero sé decir basta, y si Vodafone me engaña una vez más, sigo, porque es peor que me haya toreado Iberdrola, y sólo espero que no me cobre doble.

Y sí, esto es ser adulta, comer potaje y guiso toda la semana porque mi estómago no cierra bien y necesito ingerir comida suave. Y sentir que estoy a un día de notar la erupción volcánica. Pero es sólo lluvia, sólo tengo que calmarme. No esperar demasiado, respirar.

He conseguido mucho, y mucho más que está en proceso, aunque quiera volar como en mis sueños sé que nunca lo he conseguido sin tomar mi propio impulso. No entiendo por qué me juzgo tanto...

Tengo que volver a conquistar los colores que antes me rodeaban, tengo que ir paso a paso aunque tenga ganas de correr, y tengo que afrontar lo que debo aunque quiera escaparme.

Aunque quiera mirar la vida desde lo alto del volcán.