sábado, 31 de agosto de 2013

Trece semanas

Tengo por delante un par de meses que aún albergan ciertos proyectos aquí (y alguno en Barcelona), pero más allá, digamos hacia diciembre, no hay nada. Son trece semanas para idear el plan alternativo a la ausencia de plan. Un plan resolutivo claro, o desde luego algo que se le parezca.

Hoy ha sido un agradable día anaranjado donde agosto se ha despedido de mí con mucha calma. La luz ha sido increíble todo el día, incluso ahora se distinguen tonos rosáceos sobre los recortes de las montañas. Un buen resumen. Y mañana, septiembre.

viernes, 30 de agosto de 2013

Ojalá... existiera la eternidad

Hay otros que no entienden que a cierta edad te siga gustando el anime o el manga porque piensan que son historias muy infantiles o irreales, pero eso no es cierto. En la mayoría de series filmadas con gente corpórea escucho diálogos tan alejados de la realidad y tan artificiales, que cuando pienso en las series japonesas, muy a pesar de los estereotipos, el marcado rol social de la mujer, y otros temas que hay que tener en cuenta, me emociono y me maravillo de cosas así:

Nana: Ojalá... existiera la eternidad.
Yano: Existe... Existe estoy seguro.
Nana: ("Con su cara brillando en la profunda oscuridad y sus ojos como si todas las estrellas de la galaxia se unieran, me dijo que la eternidad existe. Incluso ahora, recuerdo perfectamente cómo era aquella noche, cuando solo tenía 17 años.
Aunque ahora somos adultos, sabemos que no existe la eternidad. Ahora que ya no somos unos críos... Pero en aquel entonces... el tiempo se detuvo, y éramos los únicos en el mundo. Ese momento fue tan real... y a la vez parecía un sueño...
Sentí como si hubiera durado sólo un momento... y a la vez una eternidad. Dentro de nuestros jóvenes corazones, la eternidad existía de verdad.
Pero...
Todo el mundo...
...acaba siendo adulto")
[cap. 20 - Bokura ga ita]


He visto que incluso hay plagio por Internet de este fragmento.

Yo también sé que la eternidad no existe pero mi sentimiento es completamente ése. Por eso la mayoría de veces utilizo palabras como siempre, nunca, y lo enmarco todo en un esquema temporal. Es como que quiero aferrarme a esto, que dure de la forma en que sé que no va a durar. Y tengo recuerdos tan profundos, tan sensoriales y expresivos como los que se evocan.

No logro asumir que la vida seguirá sin mí...

Cuando eres más joven el tiempo parece que no importa. Leía a Azorín en el instituto y me parecía un hombre obsesionado con él como si fuera muy alejado de mi cotidianidad y ahora... Ahora todo es tiempo que hay que aprovechar, que hay que convertir en la única eternidad que vamos a conocer.

Me encantan las traducciones porque muchas veces los personajes utilizan adjetivos curiosos si los comparas con los habituales aquí. Para describir a los protagonistas masculinos, por ejemplo, hablan de su "frescura", que tiene un estilo "refrescante", que es un chico "brillante" o "resplandeciente", de una manera tan perceptiva, haciendo lo físico interno (pienso sin querer en tomar helado o granizado, lo alegre de sentir el frescor en la boca y lo identifico con esa persona, y es bonito, igual que pensar en la primera luz del día y verlo tan alegre). Les encanta la luz, el color, la temperatura, la atmósfera, el modo de hacer algo. Se fijan en elementos como el papel, el cabello... Y a mí, no sé por qué, me parece una forma tan viva de sentir las cosas, más humana quizá, más ligada a los actos y no tan atrapada en el esquema temporal. Es como que es más inmediato el ahora en este instante, aquí.

Tengo que tranquilizarme y tratar de racionalizar mi circunstancia. No puede ser que un viernes, sin haber pasado nada, piense todo esto y llore tanto.

jueves, 29 de agosto de 2013

Otro jueves

Es salir de casa y comenzar a tener ideas. Llegar y disuadirme. Estoy condicionada por el espacio donde vivo, las interrupciones cotidianas y el resto de interferencias que consumen mi energía. La mayoría de los días lo que más me apetece hacer es estar aquí escribiendo. A veces, cuando me echo en la cama antes de intentar dormir o simplemente a descansar un rato, imagino muchos párrafos y narraciones que no llego a redactar y se me olvidan. Tal vez debería plantearme el ponerme en serio a escribir algo. Siempre lo veo como un proyecto a largo plazo que no llega, pero esa filosofía no me llevará a ninguna parte. Tengo la capacidad de redactar e ilustrar, debería confiar un poco en ello.

Aquí nunca utilizo un lenguaje demasiado elaborado, más que nada porque no me parece que adornar más las cosas les de más empaque. Bukowski decía que a veces escribía como si vomitase, que lo soltaba así, de golpe, conforme salía. Yo también trato de hacerlo. Por supuesto, no me puedo comparar pero creo que trato de mostrar sencillamente lo que siento, lo que es transmitir una sensación y no meterla en una caja de colores para que se muestre más bonita. Me conformo con eso, con que alguna línea diga algo de los altos y los bajos, la pasión, la decepción y otras cuantas.

Me agobia septiembre porque después de él no diviso nada. Porque elaborar mis propias metas me asusta. Sentir la responsabilidad de tener que buscar una alternativa a la nada actual me da vértigo. Seleccionar (para mí misma) se me hace difícil.

No sé dónde quiero estar, sólo sé que deseo tener mi propio espacio. Tampoco sé lo que quiero hacer, sólo sé que quiero hacer algo que me haga sentir bien, que no sienta mi tiempo prostituido en una actividad que me repugne. Y poco más...

Sigo algo aplacada mentalmente por la situación actual que es algo así como contactar, a veces, con alguien que ya no existe; que es otra persona basada en ése, y continúa sin querer corresponderme. Es básicamente asumir que todo es temporal, y me pone un poco triste.

Pero el problema es mío por ser tan ambiciosa y por estar acomodada al hecho de que siempre he podido elegir, cuando sé que otros no tienen siquiera esa oportunidad. Y sí que sigo esperando que mi vida se solucione por el hecho de ser buena persona o creerme con cierto talento, pero eso no tiene por qué suceder.

Normalmente comienzo a moverme en jueves.

martes, 27 de agosto de 2013

El problema de la identidad

Mi hermano me comentó que estuvo obsesionado una temporada con la idea de que nuestro cuerpo al cabo de cierto tiempo es completamente nuevo y distinto del que era haría unos años, de ahí que le perturbase la idea de pensar que mentalmente debía ser diferente del que era, necesariamente. Otros teorizan y citan en relación a lo múltiple y fluido que la identidad es a pesar de contenerse en una esencia o concepto, de ahí que me aventure a divagar en esta entrada.

Para mí no es un problema en absoluto, de hecho, hace poco me fue preguntado qué nombre uso para llamarme a mí misma. Sinceramente, yo no necesito llamarme, y si lo hago es en boca de otros, es decir... digamos que mis amigos en distintos ámbitos me llaman de manera distinta a lo que lo hacen mis padres u otras personas, y por otro lado yo ideé llamarme Lash por tener un término que me identificase en relación a una experiencia concreta, simbólico, elegido por mí y no dado por otros. Pero cuando estoy sola no necesito llamarme Michigan, Cami, Lash, Heisenberg o ningún otro a menos que lo rememore en labios de otra persona. Soy reconocible, me percibo como un todo al margen; ese todo que mi hermano temía que fuese irreconocible y nuevo. Para mí el yo tiene una continuidad, cambia pero permanece.

Supongo que en mis múltiples interacciones y apelativos me reconozco, y es precisamente esa parte múltiple y fluida de lo que en sí mismo es continuo. Digamos que la identidad es una materia que puede cambiar de color y forma sin cambiar por ello su composición primigenia. En palabras de lo que sería mi proyecto acerca de la interacción entre poliestireno extruido y disolvente orgánico diría que no se trata de rupturas y formación de nuevas moléculas, es decir, no se producen cambios en la naturaleza química de la sustancia.  [...] Las moléculas siguen siendo las mismas, su naturaleza o identidad no cambia, y son sólo algunas interacciones o la aparición de otras moléculas las que hacen que el conjunto cambie. Se podría describir entonces como cambios químico-físicos a nivel microscópico que producen enormes cambios a nivel macroscópico.

Somos elementos orgánicos a fin de cuentas. Funciona igual.

jueves, 22 de agosto de 2013

Crush

Últimamente me siento un poco presionada, y no sólo por el hecho de tener que entregar el proyecto a tiempo si quiero poder aprovechar la convocatoria de septiembre (ya que mis fondos se han acabado). La presión viene sobre todo por algunos aspectos que X me hizo ver cuando le hablé de la posibilidad de trabajar y la responsabilidad de hacerlo. Supongo que personas así me hacen sentir inmadura y cobarde, precisamente porque sus argumentos siempre parecen más convincentes y realistas que los míos. Pero lo bueno es que sé verlo.

Supongo que de los tipos de personas que habitan la tierra yo seré una especie de observadora frustrada y él un hacedor de experiencias. Me excuso pensando que mis circunstancias no han favorecido el expandir mis horizontes; mi sexo tampoco. Yo no tengo amigos, por lo general, que gusten de elaborar ciertos planes, viajar a sitios que me motivan o pasar el rato de maneras que conecten sinceramente con mis apetencias. De hecho lo he intentado con personas cercanas pero no ha surtido mucho efecto. Buscar gente nueva es difícil y a estas alturas está todo muy manido. No sé si será el ambiente, tantos años en la misma ciudad, pero estoy cansada de ver lo mismo, y moverse a cualquier parte implica un gasto. Hay planes que puedo pensar sola pero, siendo una mujer, algunos planes en solitario son peligrosos. No he vivido miles de experiencias que me habría encantado vivir, y tampoco estoy cerca de vivirlas ahora, pero el mortificarme no va a hacer que sucedan antes, sino más bien tenderé al bloqueo. Soy consciente de que tengo 28 años y ya no es tan poco, pero sencillamente no es tan fácil. No lo es.

Siento cierto desarraigo porque tampoco poseo amistades de la infancia, debido al cambio de colegio y demás. Las amistades del camino fueron variando y ahora mismo todos los planes se restringen a un ámbito muy concreto, con personas muy concretas y puntualmente. Si hay un festival de reggae o de jazz o de cualquier tipo de música que me apetezca especialmente no tengo a nadie a quien llamar para ir, aunque pusiera el coche. Es más o menos eso. A veces los domingos me gustaría ir a cualquier parte, con mar o con montaña, cambiar la ciudad... pero tampoco hay nadie accesible para eso, cuanto menos ya escaparse a Roma, Florencia, Oporto o cualquier otra ciudad no muy lejana.

Lo bueno de tener pareja suele ser eso, en mi caso, el tener siempre alguien con quien hacer planes de ese tipo sin tener que contar con gente que no te motiva mucho, pero las últimas veces tampoco ha tenido importancia este hecho. No he visto demasiadas cosas con ellos.

Posiblemente mi papel de espectadora alucinada, que según X se basa en realidades que no conozco y que podrían defraudarme (algo así como enamorarse de alguien sólo por su físico), es en realidad una manera de huir de lo que conlleva experimentar la realidad y defraudarse de ella. Porque mucho de lo que hay al penetrar la superficie es un horror. No sé si la visión idílica e idealista de todo lo que podría ser algo o alguien llega a ser mucho mejor y más saciante que lo que es en sí, aunque eso sea igual a estar en Matrix, o una realidad ficticia muy alejada del mundo que existe. La verdad es intangible, y sigue siendo una convención pero sentirme una cobarde me hace sentir aún peor.

Hay días que se me hace realmente duro existir. Despertarse, desayunar, hacer cualquier tontería como siempre, comer, malgastar la tarde, cenar y volver a dormir. Obviamente no quiero esa vida, pero me aplaca tanto el que ya sea así que buscar fuerzas dentro de mí para combatirla en busca de alternativas es una proeza heroica precisamente cuando me siento tan sola. No tengo ni siquiera ningún colega cercano con el que tratar de coger un local y habilitarlo para generar obra. Es como que todo tiene que partir de mí. Y supongo que todos nos sentimos así, aunque unos más que otros, pero a mí me aflige demasiado.

No sé exactamente qué pasará después de septiembre, aunque me ponga a estudiar inglés. Tengo un título que está indicado precisamente para ser fuerte y desarrollar tu carácter, ser autónomo, creer en tí y salir adelante trabajando en la destreza que te guste. Y no sé, sinceramente, qué puedo hacer yo por este mundo, ni siquiera si quiero hacerlo o no, que es lo peor. Y ya no es el mundo, soy yo. No sé si soy capaz de hacerlo por mí. La verdad es que escrito suena trágico, acabo de darme cierta cuenta de ello.

La idea de haber sido una estudiante brillante, de haber sufrido exclusión precisamente por ser buena, ser "la chica perfect" como me llamaban, y al final haber optado por una modalidad artística que nadie valora como importante y que no parece tener lugar en la sociedad es descorazonador. Con mi nota podría haber optado a la carrera que quisiese y elegí justamente un ciclo largo de ésta. Y he tratado de seguir por disciplinas semejantes pero al final es todo igual: ser otra pieza más de un sistema que no me gusta. Si fuera científica al menos serviría a los demás de otra manera.

Mi compañero fotógrafo del máster está convencido de que los artistas debemos existir para elaborar artefactos de felicidad que sirvan a otros, a los científicos y los abogados, los carniceros, los peones, las amas de casa, las prostitutas y cualquiera que los experimente. Pero yo no sé muy bien cómo hacer feliz a alguien yéndome así...

Sí que no me siento un fracaso completo y soy la mujer que quería ser para casi todo, no estoy corrompida en aspectos que creo fundamentales y tampoco he herido gravemente a otros, pero sí que es verdad que siento que el tiempo se me está escapando de un modo vertiginoso mientras sigo aquí parada lamentándome por la falta de oportunidad y no salgo realmente a buscarla o no la fabrico aquí, como sea. Y me empiezo a desmoronar y comienzo el ciclo insano de bloqueo.

Tengo que hacer algo ya, pero no sé el qué, y tampoco tengo dinero.

Pensaba en escribir que ayer fue noche de luna llena y no había nadie con quien pudiera compartirla en un banco, mirando al cielo, pero en realidad es lo mismo de siempre: no vale cualquiera conmigo ahí abajo.

No quiero morirme con este sentimiento de frustración y de impotencia, quiero arrancarme ya esta soledad como sea. Quiero estar rodeada de amigos, y de personas que me quieran, y poder quererles y que me dejen hacerlo. Sobre todo lo último.

Hoy la nada es paz

Pero el 19 lo único que pasó es que no pasó nada, al igual que el 16, el 17 y el 18. Nada, como pasó ayer y anteayer. Y hoy la nada es paz.

He trasladado el ordenador al salón para poder dormir por la noche, pues las altas temperaturas que alcanzaba la habitación por su efecto no me procuraban un buen descanso. La hiperactividad mental también propicia que mi concentración decaiga arrastrada por sucesos que, por mi bien, no deberían alejarme del objetivo primordial: entregar el proyecto a tiempo. El 16 de septiembre tendría que estar listo, supongo que impreso y encuadernado, lo que implica acabar cuanto antes y dar un buen repaso a la forma general. Aún me falta, y me agobia, pero debo seguir como pueda.

Tengo ganas de que llegue septiembre y el ambiente sea más fresco, que la calle vuelva a llenarse con la alegría de los niños del colegio; que los bares recobren un poco la vida de sus diálogos y se sienta, como siempre, la oportunidad de empezar otra vez, otro año. Septiembre es un enero, o una primavera floreciente, un atisbo hacia el otoño, cuando se decide por dónde tirar y de qué manera. Siempre será un ojalá...

domingo, 18 de agosto de 2013

No sabe igual

Se puede saltar de alegría y volver a caer con las mismas al ver que no se puede compartir con nadie. En parte era previsible que esto pasara. Esta semana compré salchichas bratwurst con el recuerdo de cuando las comía en el lugar prácticamente perfecto el verano pasado. Esta noche las he comido en mi casa, las ha cocinado mi hermano, y no es que estuviesen mal hechas, ni nada parecido, es sencillamente que no sabían igual. No sabían a llegar después de todo el día buscando trabajo, haciendo papeleo, redactando memorias, cogiendo autobuses, preparando la comida, pintando, yendo a Santa Teresa, riendo un rato, esperando, volviendo a casa con millones de proyectos e ideas y haciendo la cena mientras charlas. No tenían ese rico sabor con menos condimentos y más sensaciones. Pero la caída no ha venido por eso, naturalmente. Supongo que acabar un capítulo del proyecto y de repente sentir que has aprovechado el sábado y... esas ganas absurdas de compartirlo con alguien en concreto...

Al margen del proyecto y las buenas perspectivas personales hay una parte que no tiene sentido ahora mismo y estoy completamente desconcertada.

No sé qué puedo esperar.

jueves, 8 de agosto de 2013

Aquí, en agosto

Vayámonos al mar a pisar la arena fría, a recostarnos en el sonido de la brisa y perdernos en el vacío y el lleno del cielo, donde no recuerde quién seas tú ni quién sea yo, y el silencio nos acune y nos aleje. Vamos a la montaña a mirar los candiles y las estrellas, y las crestas de la ciudad; a soñar con un eco que devuelva alas a nuestra esperanza, a contemplar sin rencor quienes somos, a escondernos en el instante y encontrarnos fulgurando allí arriba.

Quedémonos tan sólo aquí diciendo la verdad sin metáforas, perteneciendo al presente único, sumidos en el respiro de este equilibrio de cristal.

Seamos nosotros,
otra vez.

domingo, 4 de agosto de 2013

Nueva órbita

Esto puede salir muy bien. Celebro la oportunidad de tener una oportunidad y desde la mía poder dársela a otra persona. A falta de una semana para las conclusiones, motivaciones y contactos muy terrenales, aunque racionales (más que yo). Al borde del expreso hacia el horizonte brillante, en parte conocido y en parte nuevo.

Aún no puedo explicarlo con suficiente detalle porque es un leve paso pero, tal vez, el 19 de este mes gire en una dirección con órbita espacial, gente especial y muchas obligaciones.