martes, 27 de agosto de 2013

El problema de la identidad

Mi hermano me comentó que estuvo obsesionado una temporada con la idea de que nuestro cuerpo al cabo de cierto tiempo es completamente nuevo y distinto del que era haría unos años, de ahí que le perturbase la idea de pensar que mentalmente debía ser diferente del que era, necesariamente. Otros teorizan y citan en relación a lo múltiple y fluido que la identidad es a pesar de contenerse en una esencia o concepto, de ahí que me aventure a divagar en esta entrada.

Para mí no es un problema en absoluto, de hecho, hace poco me fue preguntado qué nombre uso para llamarme a mí misma. Sinceramente, yo no necesito llamarme, y si lo hago es en boca de otros, es decir... digamos que mis amigos en distintos ámbitos me llaman de manera distinta a lo que lo hacen mis padres u otras personas, y por otro lado yo ideé llamarme Lash por tener un término que me identificase en relación a una experiencia concreta, simbólico, elegido por mí y no dado por otros. Pero cuando estoy sola no necesito llamarme Michigan, Cami, Lash, Heisenberg o ningún otro a menos que lo rememore en labios de otra persona. Soy reconocible, me percibo como un todo al margen; ese todo que mi hermano temía que fuese irreconocible y nuevo. Para mí el yo tiene una continuidad, cambia pero permanece.

Supongo que en mis múltiples interacciones y apelativos me reconozco, y es precisamente esa parte múltiple y fluida de lo que en sí mismo es continuo. Digamos que la identidad es una materia que puede cambiar de color y forma sin cambiar por ello su composición primigenia. En palabras de lo que sería mi proyecto acerca de la interacción entre poliestireno extruido y disolvente orgánico diría que no se trata de rupturas y formación de nuevas moléculas, es decir, no se producen cambios en la naturaleza química de la sustancia.  [...] Las moléculas siguen siendo las mismas, su naturaleza o identidad no cambia, y son sólo algunas interacciones o la aparición de otras moléculas las que hacen que el conjunto cambie. Se podría describir entonces como cambios químico-físicos a nivel microscópico que producen enormes cambios a nivel macroscópico.

Somos elementos orgánicos a fin de cuentas. Funciona igual.

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