domingo, 18 de agosto de 2013

No sabe igual

Se puede saltar de alegría y volver a caer con las mismas al ver que no se puede compartir con nadie. En parte era previsible que esto pasara. Esta semana compré salchichas bratwurst con el recuerdo de cuando las comía en el lugar prácticamente perfecto el verano pasado. Esta noche las he comido en mi casa, las ha cocinado mi hermano, y no es que estuviesen mal hechas, ni nada parecido, es sencillamente que no sabían igual. No sabían a llegar después de todo el día buscando trabajo, haciendo papeleo, redactando memorias, cogiendo autobuses, preparando la comida, pintando, yendo a Santa Teresa, riendo un rato, esperando, volviendo a casa con millones de proyectos e ideas y haciendo la cena mientras charlas. No tenían ese rico sabor con menos condimentos y más sensaciones. Pero la caída no ha venido por eso, naturalmente. Supongo que acabar un capítulo del proyecto y de repente sentir que has aprovechado el sábado y... esas ganas absurdas de compartirlo con alguien en concreto...

Al margen del proyecto y las buenas perspectivas personales hay una parte que no tiene sentido ahora mismo y estoy completamente desconcertada.

No sé qué puedo esperar.

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