jueves, 22 de agosto de 2013

Hoy la nada es paz

Pero el 19 lo único que pasó es que no pasó nada, al igual que el 16, el 17 y el 18. Nada, como pasó ayer y anteayer. Y hoy la nada es paz.

He trasladado el ordenador al salón para poder dormir por la noche, pues las altas temperaturas que alcanzaba la habitación por su efecto no me procuraban un buen descanso. La hiperactividad mental también propicia que mi concentración decaiga arrastrada por sucesos que, por mi bien, no deberían alejarme del objetivo primordial: entregar el proyecto a tiempo. El 16 de septiembre tendría que estar listo, supongo que impreso y encuadernado, lo que implica acabar cuanto antes y dar un buen repaso a la forma general. Aún me falta, y me agobia, pero debo seguir como pueda.

Tengo ganas de que llegue septiembre y el ambiente sea más fresco, que la calle vuelva a llenarse con la alegría de los niños del colegio; que los bares recobren un poco la vida de sus diálogos y se sienta, como siempre, la oportunidad de empezar otra vez, otro año. Septiembre es un enero, o una primavera floreciente, un atisbo hacia el otoño, cuando se decide por dónde tirar y de qué manera. Siempre será un ojalá...

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