miércoles, 14 de marzo de 2012

Sentimientos fluctuantes demasiado desconcertantes

Creo que ciertas actualizaciones de estado son un error. Que una comunicación no medida puede serlo. Que un sentimiento necesita tiempo, sobre todo si se espera como algo de gran envergadura. Y sinceramente, la gente que cambia su forma de pensar a los tres días me desconcierta y no me da ninguna confianza. Y prefiero silencios a contradicciones o sensaciones que se escapan de mi entendimiento. Normal que deje de hacer planes...

Si tuviese que estar huyendo de algo ahora mismo sería de mi propia vida. Del hastío continuo que me produce sentir que no es mía. Del absoluto dolor que me produce un día en el mundo sola. De tener que dar de lado el pasado porque el presente sea un asco y el futuro se augure aún peor. Pero no contaba con desconectar a drede de ciertas otras cosas, y me va a servir bien ir a Praga o a cualquier parte.

No necesito sumar extrañeza a la extrañeza, ya la busco sola.

Creo que puedo ser dinamita ligeramente a punto de explotar. ¿Consecuencias? no me importan, tengo la semana muy nihilista.

-

sábado, 10 de marzo de 2012

La dolce vita

La madurez puede ser una época cruel en la que estemos tan absolutamente convencidos de que todo va a salir tan mal que ni sintamos motivación por empezarlo. Y seguramente fuimos aquellos jóvenes impetuosos sin miedo a las consecuencias. Los mismos que toparon con ellas cierto día.

No es exactamente miedo a pasarlo mal, el problema es que tengo un fantasma detrás. La historia sin final que se ha hecho crónica... mejor que no vea otro desdichado inicio. No sé muy bien qué hacer. Sobre todo cuando una vez por semana aproximadamente la ventana al caos se abre con alguna conversación que otra.

Y sigo siendo ilusa queriendo construir otra cosa. Sonrío porque estoy nerviosa, y me preocupo si los demás se preocupan por mi, cuando no sé bien hasta qué punto podré ser todo lo que ellos esperen. Sigo en standby. Y seguir de verdad implicaría reiniciar mi sistema emocional. Si desde 2004 todo ha ido igual de mal... debería estar sola.

No quiero ser un problema, preferiría no serlo. Al margen de que todo lo que está al margen de problemas me encante.

jueves, 8 de marzo de 2012

María Dolores

Debajo de lo aparentemente cotidiano siempre se esconde lo insólito.

Hoy podría haber sido un jueves como todos los jueves en los que al final pierdo la mañana durmiendo, pero como esta semana llevo bien los horarios y he madrugado, tengo cosas que contar. Ilusiones pequeñas, ilusiones inmensas.

Después de recorrer algunos multiprecio y papelerías a la búsqueda de papel interesante para un proyecto de estampación de forma no convencional, he recorrido el mercado en busqueda de material encontrado. Tras idas y venidas por los puestos, recopilando algo de papeles de cajas de fruta color añil (más bien violáceo), me he decidido a probar suerte dirigiéndome al barrio contiguo. Es mi camino habitual, y también lleva mi nombre.

Hay una tienda de cómics con bastante cantidad de ejemplares antiguos donde he pensado que podrían tener saldos, al estilo de lo que ví el verano pasado en Londres (pasaje que este blog desconoce). El caso es que he entrado, y le he preguntado al hombre por gangas de este tipo. Me ha sugerido unos a euro. No me parecían suficientemente baratos, pero los he estado mirando unos minutos hasta que me ha interrumpido para preguntarme qué era lo que exactamente buscaba, que para qué eran. Le he dicho que necesitaba material para un fin artístico, que si estaban estropeados o me podía vender algo al peso no era problema. Ha dudado unos segundos y de repente me ha dicho que tenía una maleta llena que podía venderme a buen precio a cambio de que me llevase también la maleta. Le he dicho que quería verla.

El caso es que el hombre ha sacado la maleta. Un trolley deshilachado de motivos Arts and Crafts, al más puro estillo William Morris, preciosa, lo más vintage que ni en mil búsquedas habría podido encontrar. La abre y me dice que por 25€ es mía. Le he pregundo que si era de un muerto. Con una interjección extraña ha tardado un poco y se ha referido a la cantidad de ejemplares que tenía dentro. Me ha parecido caro, se lo he dicho, estaba repleta, eso sí.

Era aún más caro comprar libros a un euro, pero igual mi padre me podría haber conseguido algunos... No me apetecía mucho pedir nada así que he regateado. No bajaba más de 20€, no he querido insistir (no es lo mío el regateo).

La he cargado como he podido, no tenía asa larga. Agachada todo el rato por la calle, turnando ambas manos, a ratos la cogía en peso, pero nada, tenía que descansar. Quien me viese habría podido pensar que era robada... o quien sabe.

He llegado a casa, impaciente, quería ver uno por uno cada libro. Quería buscar en cada rincón por si encontraba algo. Con algo de miedo, con sumo respeto.

Me parece increíble y especial, no sé por qué. No sé si es por propio fetichismo, porque valore los ejemplares en sí, por la pasión por los clásicos. Quizá me llame el misterio. Ahora sé algunas cosas y creo que quiero trabajar con eso. Posiblemente no hubiese escrito el suceso aquí, por preservar su secreto y ofrecérselo a su ahora conocida dueña (porque no la siento como mía aunque esté en mi casa), pero bueno, he decidido trabajar con la historia, como homenaje.

María Dolores. Así se llamaba ella. Sé más datos, pero no son necesarios aquí. Creo que era pedagoga, le interesaban temas sociales, de ideología de izquierdas, aunque también habían textos de tintes católicos, por lo que no descarto que fuese creyente. Es muy posible que viajase a América, pero sólo lo supongo. Hay anotaciones manuscritas, comentarios, ejemplares dedicados, otros prestados o adquiridos, alguno de muestra... un poco de todo.

¿Es posible que ese librero me haya entregado la maleta de su mujer muerta? sería cruel..., o tal vez ¿no sería una mujer que lo abandonó y a la que odia hasta el punto de querer alejarse de la maleta por completo?. Era de Valencia, eso sí, o por lo menos, residió allí un tiempo. También fue a Madrid, tengo un billete que no sé a ciencia cierta a qué tipo de transporte corresponde, pero sí, es de allí.

Ahora que sé esas cosas, ¿tengo derecho a pasarme por la librería otra vez para preguntarle acerca de ella?, ¿y si descubro algo que no quiero conocer?. Igual la maleta la abandonó alguien, y él no sabe absolutamente nada. Lo que sí sé es que los libros no son una mera compilación externa a la dueña del envoltorio. Su nombre coincide con muchos.

Estoy muy intrigada, y quiero construir todo el mundo que me ha dejado en sus pistas de una manera gráfica. Podría narrar sus viajes, algunas de sus inquietudes. ¡Esa mujer tiene un libro de Marguerite Duras!. Ella me gusta ahora, y siento rabia de que su maleta esté en mi casa y alguien la haya abandonado, alguien la haya vendido. María Dolores está muerta, estoy casi convencida. Sus libros datan del setenta y tantos la mayoría y 80's, algunos más recientes pero se nota que son libros leídos en la madurez, o tal vez. He encontrado también un par de cabellos, uno más trigueño, y otro cano. ¿Cuanto tiempo tendrá cada uno?. Los he depositado en la papelera. No quiero que se moleste (si acaso eso es posible) por el uso que hago de sus posesiones. Esto me parece casi religioso. Toco la maleta como si fuera preciada. Abro los libros como si fuesen a desmontarse. Poseo restos de la vida pasada de otra persona que alguien ha regalado o vendido. ¿Ella merecía eso?.

No me importa como fuese. Esa mujer merece ser respetada. Así que le voy a dedicar mi libro de arte, como pago a ella por dejarme usar sus libros, y no como el dinero que le he entregado a ese comerciante que ahora es un enigma para mi, moralmente.

Tengo una tía muerta que se llamaba igual que ella, aunque siempre la llamaron Lola. Y también adoro Lolita, así que voy a venerar su figura, sea cual fuese.

¿No es apasionante?. ¿No es acaso una razón para salir de mi parálisis?. Si no es una señal es por lo menos mi motivo ahora. La voy a convertir en una mujer increíble, a lo largo de los tiempos.

Tengo que comer, me reclaman.

martes, 6 de marzo de 2012

Mucho montón, poca excepción

Me encanta la gente culta, y la gente inteligente que explota su intecto para el beneficio de todos, pero hay tardes en que la sobredosis de gafapastismo, culturetismo y postgilipollismo se me empalaga tanto que hasta siento diabetes. Pero hoy es un buen día y no todo el monte es orégano.

Aparte de reflexionar un poco acerca de lo estúpida que resulta nuestra existencia gracias a la ya visionada y revisionada obra de Pierrick Sorin, recordar que nuestras alegrías son tan pocas que hasta tenemos que inventarlas y fortalecerme en la idea de que cuanto más simplifique más felíz viviré... siento realmente que cuanto más humilde se es más credibilidad se infunde. Me entusiasma la gente entusiasmada, sobre todo cuando esa gente tiene talento, cuando está informada, cuando investiga sobre sus intereses y construye su camino día a día. Tengo compañeros que son artistas con proyección en potencia.

Pero sólo voy a observar este mundo un rato más y admirarlo en el futuro para siempre sin tener que soportar la inmersión directa entre los que señalaba al principio, los que quieren vender la moto, y la gente que interesa algo. Supongo que la visión no es tan pesimista, pero este martes me siento cínica y puedo reirme un poco de todo.

Sorin me recuerda a Remi Gaillard, aunque supongo que el segundo es menos ortodoxo.

Cuantas contradicciones... personas que reivindican una formación seria en los centros artísticos y no colorear dibujos de Dora la exporadora y luego se escandalizan, rechazan o se ofenden por ilustraciones algo grotescas tipo Pica y Rasca en versión ultralight. Es mi impresión o ¿sólo vemos la paja en el ojo ajeno?. Hoy estoy con frases hechas, pero es que ¿cómo se puede estar criticando constantemente algo para que sea plural y luego querer censurarlo?. ¿Dónde está la capacidad de abstracción y de transformación?.

No voy a darle más vueltas, tampoco me interesa realmente.

domingo, 4 de marzo de 2012

y en mitad del relámpago llegó el mal de altura

Cuando estaba en primero de bachillerato me encantaban las clases de filosofía. Esa asignatura dió sentido a todo lo que me atormentaba, lo que me motivaba... digamos que conectó con mi mundo secreto apartado de lo que no dejaba ver a los demás por aquel entonces. Acabando ya ese curso, me senté con mi profesor a hablar con él, los dos solos. Se llamaba Belchí de apellido, siempre lo llamábamos así, ahora no sé si su nombre era Miguel o Emilio... ni idea. El caso es que era un hombre muy característico, con olor a café rancio, pelo grasiento tipo cazo, grandes gafas que le hacían los ojos enormes, voz de cuento, mirada penetrante, ideas rocambolescas, mente con cierta lascivia erótico-festiva, pasado de porreta... Para mi ese hombre era increíble, y la verdad, sentía miedo de que el siguiente profesor me decepcionase. Normalmente uno no suele esperar nunca que llegue algo mejor. Pero bueno... él me dijo que me animase, que el otro profesor ¡¡sabía mucho más que él!!, que me encantaría su clase.

El curso siguiente, segundo de bachillerato, lo impartió Buenaventura San Román San Román, posiblemente el docente que más me ha marcado. Aunque son muchos, del mismo centro. He hablado antes de él, creo, pero bueno... es de las personas que más he llegado a admirar, que más cosas me ha hecho ver, que me ha valorado como persona a pesar de ser una adolescente de 17 o 18 años... supongo que me te hacía sentir importante. Digamos que tomaba en serio y con sumo respeto la opinión de cualquier persona, que su reflexión era una filosofía tan válida como la de cualquier otro, aunque se llamase Kant o Descartes. Me dijo que era una buena filósofa. Me pasaba las excursiones hablando con él, mientras todos los demás pasaban o iban a divertirse. Yo quería escucharlo todo el rato, quería debatir todo el rato, quería dialéctica, quería aprovechar el tiempo de verdad. El hombre estaba casado felízmente después de haberse salido de seminarista por amor. Nos contó algunas otras cosas divertidas sobre su juventud que no voy a comentar por haber escrito su nombre, pero bueno. Era un amistoso hombre mayor de brazos cortos en relación a su cuerpo, que se perdía en la contemplación de los ombligos de las chicas de clase sin poder evitarlo. Digamos que no todo el mundo veía comprensible que yo viviese con tanto fervor la clase. Siempre empezaba las frases con su "es inmensamente interesante..." se cuestionaba todo. Adoptaba la postura del pensador de Rodin para analizar unos segundo antes de hablar, para elaborar un planteamiento más ordenado. Cuantas cosas...

Sí, es inmensamente interesante... la vida, la percepción, la connotación. Debe ser que todo lo que es claramente malinterpretable sea malinterpretado por cualquier tipo de persona sin excepción. Quizá ni siquiera es una malinterpretación, sino una interpretación distinta a la pretendida, y así suena todo mejor. Quizá no había ningún plan previo simplemente. Quizá el plan no puede preverse, ni siquiera desearse, simplemente es algo que puede pasar o no.

No sé si atraigo lo que niego, o me acerco yo sola. No sé si niego algo, ni siquiera si me suena convincente. Es demasiado pronto... es demasiado tarde... creo que pensar en esas cosas es tan ingénuo como creer que algunos pequeños actos sean inócuos. Se me hace un poco cansado teorizar siempre sobre el qué pasará, sobre todo cuando el ahora me gusta. Ese era un poco el plan, hacer que contase más el presente. También mi presente es algo mejor ahora, más equilibrado, con algo más de ilusión.

Creo que necesito impregnarme de cosas que me motiven a crear, a salvar ese máster que se va a convertir en una losa por mi culpa. Todo es simple y complejo, ¿por qué vamos a contemplar su complejidad aún disfrutando de su simpleza?. Es posible que ese plantemiento sea el dichoso carpe diem que siempre he detestado.

Quizá nada estaba descartado, ni siquiera medianamente meditado. Todo se resuelve en su proceso. El principal factor limitante suele ser el miedo. Pero bueno, la experiencia no es tan sabia como dicen, todos volvemos a equivocarnos, a veces porque queremos.

No sé porqué exactamente he comentado lo de mis profesores de filosofía, pero creo que lo sé perfectamente. ¿Se puede sentir eso?. En realidad no es un paralelismo tan parecido pero sí que denota algo de mi.

Igual estoy demasiado perdida como para buscarme en alguna parte. No quiero empezar nunca a predicar cosas que no practico, aunque con lo de la asistencia a clases esté fallando.

A ver qué pasa...