jueves, 8 de marzo de 2012

María Dolores

Debajo de lo aparentemente cotidiano siempre se esconde lo insólito.

Hoy podría haber sido un jueves como todos los jueves en los que al final pierdo la mañana durmiendo, pero como esta semana llevo bien los horarios y he madrugado, tengo cosas que contar. Ilusiones pequeñas, ilusiones inmensas.

Después de recorrer algunos multiprecio y papelerías a la búsqueda de papel interesante para un proyecto de estampación de forma no convencional, he recorrido el mercado en busqueda de material encontrado. Tras idas y venidas por los puestos, recopilando algo de papeles de cajas de fruta color añil (más bien violáceo), me he decidido a probar suerte dirigiéndome al barrio contiguo. Es mi camino habitual, y también lleva mi nombre.

Hay una tienda de cómics con bastante cantidad de ejemplares antiguos donde he pensado que podrían tener saldos, al estilo de lo que ví el verano pasado en Londres (pasaje que este blog desconoce). El caso es que he entrado, y le he preguntado al hombre por gangas de este tipo. Me ha sugerido unos a euro. No me parecían suficientemente baratos, pero los he estado mirando unos minutos hasta que me ha interrumpido para preguntarme qué era lo que exactamente buscaba, que para qué eran. Le he dicho que necesitaba material para un fin artístico, que si estaban estropeados o me podía vender algo al peso no era problema. Ha dudado unos segundos y de repente me ha dicho que tenía una maleta llena que podía venderme a buen precio a cambio de que me llevase también la maleta. Le he dicho que quería verla.

El caso es que el hombre ha sacado la maleta. Un trolley deshilachado de motivos Arts and Crafts, al más puro estillo William Morris, preciosa, lo más vintage que ni en mil búsquedas habría podido encontrar. La abre y me dice que por 25€ es mía. Le he pregundo que si era de un muerto. Con una interjección extraña ha tardado un poco y se ha referido a la cantidad de ejemplares que tenía dentro. Me ha parecido caro, se lo he dicho, estaba repleta, eso sí.

Era aún más caro comprar libros a un euro, pero igual mi padre me podría haber conseguido algunos... No me apetecía mucho pedir nada así que he regateado. No bajaba más de 20€, no he querido insistir (no es lo mío el regateo).

La he cargado como he podido, no tenía asa larga. Agachada todo el rato por la calle, turnando ambas manos, a ratos la cogía en peso, pero nada, tenía que descansar. Quien me viese habría podido pensar que era robada... o quien sabe.

He llegado a casa, impaciente, quería ver uno por uno cada libro. Quería buscar en cada rincón por si encontraba algo. Con algo de miedo, con sumo respeto.

Me parece increíble y especial, no sé por qué. No sé si es por propio fetichismo, porque valore los ejemplares en sí, por la pasión por los clásicos. Quizá me llame el misterio. Ahora sé algunas cosas y creo que quiero trabajar con eso. Posiblemente no hubiese escrito el suceso aquí, por preservar su secreto y ofrecérselo a su ahora conocida dueña (porque no la siento como mía aunque esté en mi casa), pero bueno, he decidido trabajar con la historia, como homenaje.

María Dolores. Así se llamaba ella. Sé más datos, pero no son necesarios aquí. Creo que era pedagoga, le interesaban temas sociales, de ideología de izquierdas, aunque también habían textos de tintes católicos, por lo que no descarto que fuese creyente. Es muy posible que viajase a América, pero sólo lo supongo. Hay anotaciones manuscritas, comentarios, ejemplares dedicados, otros prestados o adquiridos, alguno de muestra... un poco de todo.

¿Es posible que ese librero me haya entregado la maleta de su mujer muerta? sería cruel..., o tal vez ¿no sería una mujer que lo abandonó y a la que odia hasta el punto de querer alejarse de la maleta por completo?. Era de Valencia, eso sí, o por lo menos, residió allí un tiempo. También fue a Madrid, tengo un billete que no sé a ciencia cierta a qué tipo de transporte corresponde, pero sí, es de allí.

Ahora que sé esas cosas, ¿tengo derecho a pasarme por la librería otra vez para preguntarle acerca de ella?, ¿y si descubro algo que no quiero conocer?. Igual la maleta la abandonó alguien, y él no sabe absolutamente nada. Lo que sí sé es que los libros no son una mera compilación externa a la dueña del envoltorio. Su nombre coincide con muchos.

Estoy muy intrigada, y quiero construir todo el mundo que me ha dejado en sus pistas de una manera gráfica. Podría narrar sus viajes, algunas de sus inquietudes. ¡Esa mujer tiene un libro de Marguerite Duras!. Ella me gusta ahora, y siento rabia de que su maleta esté en mi casa y alguien la haya abandonado, alguien la haya vendido. María Dolores está muerta, estoy casi convencida. Sus libros datan del setenta y tantos la mayoría y 80's, algunos más recientes pero se nota que son libros leídos en la madurez, o tal vez. He encontrado también un par de cabellos, uno más trigueño, y otro cano. ¿Cuanto tiempo tendrá cada uno?. Los he depositado en la papelera. No quiero que se moleste (si acaso eso es posible) por el uso que hago de sus posesiones. Esto me parece casi religioso. Toco la maleta como si fuera preciada. Abro los libros como si fuesen a desmontarse. Poseo restos de la vida pasada de otra persona que alguien ha regalado o vendido. ¿Ella merecía eso?.

No me importa como fuese. Esa mujer merece ser respetada. Así que le voy a dedicar mi libro de arte, como pago a ella por dejarme usar sus libros, y no como el dinero que le he entregado a ese comerciante que ahora es un enigma para mi, moralmente.

Tengo una tía muerta que se llamaba igual que ella, aunque siempre la llamaron Lola. Y también adoro Lolita, así que voy a venerar su figura, sea cual fuese.

¿No es apasionante?. ¿No es acaso una razón para salir de mi parálisis?. Si no es una señal es por lo menos mi motivo ahora. La voy a convertir en una mujer increíble, a lo largo de los tiempos.

Tengo que comer, me reclaman.

No hay comentarios:

Publicar un comentario