lunes, 8 de marzo de 2010

Pequeñas ilusiones

Lo curioso de la veintena es observar cómo nuestras ilusiones van minimizándose a medida que acumulamos decepciones. Hasta los 19, en general, las personas solemos mostrarnos optimistas, faltas de miedo, impulsivas, vehementes, capaces de apostarlo todo sin pensar siquiera en el hecho de perder... Con el tiempo, el análisis diario te va minando, te va restando capacidad de sorpresa, te fuerzas a bajar el nivel de esperanza hasta un punto "adecuado" para no sufrir una caída insoportable como las pasadas, pero... ¿es esto una virtud? Algunos lo llaman madurar, dejar de ser un niño soñador, poner los pies en la tierra... Para mi es triste ver tantos ojos cansados de llorar a los veintitantos, tanta gente con escudo mortal y suspicacia aplastante, otros que comienzan a buscar la manera de recuperar el tiempo perdido, algunos obsesionados con el que gastan y malgastan, etc. No es que me excluya de estas actitudes, pero me resulta difícil asimilar cómo en un cuarto de siglo la vida ha cambiado hasta ese punto. ¿Por qué nos cuesta tanto volver a ser "tan" felices? Esa añoranza ante un pasado que fue ayer mismo... pero son unos diez años...

Algo existe si se cree en ello. No me gustan las personas que dicen odiar el amor cuando por dentro lo están deseando. No me da angustia contemplar las parejas pasear si alguna vez he sido feliz de esa manera. Me resulta hipócrita y egoísta la gente que deja de contar con sus amigos por tales circunstancias y decepcionantes los que se erigen a favor de la promiscuidad gratuita haciendo daño a otras personas.

Debería existir el día oficial de decir te quiero a toda la gente en la que pensamos, a la que añoramos, a la que deseamos, a nuestros amigos, familiares y desconocidos admirados simplemente por quitarnos este estúpido escudo que lo único que hace es separarnos de todo lo que interiormente queremos.

¿Es una evolución enfriar el corazón? ¿Es justo hacer pagar a los demás por los fallos que cometieron otros? Si esto es así, los veintitantos es una edad detestable donde nadie va a quererte nunca más, o le dará tanto miedo que igual decide que mejor no se arriesga para no sufrir "otra vez", posiblemente te culpará a la mínima, porque ya lo ha pasado mal "en el pasado" y "sabe lo que es eso", tampoco querrá compromisos, no podrá hacer planes futuros y querrá su independencia. Algunos no querrán "nada serio", lo que implica poder tener algo no serio con otros 'álguienes' y así... muertos emocionales vagan todas las noches por bares y calles en busca de extraños con quien hablar, o lo que surja.

Por otro lado el trabajo te separa de una vida propicia a la sociabilidad. El tiempo que te deja libre no siempre lo destinas a la búsqueda de oportunidades sentimentales. Quieres "tu vida", descansar, hacer las cosas que te ilusionan y no las que "debes" hacer...

He observado a las nuevas generaciones en diversos ámbitos, y no sólo yo estoy de acuerdo en que, en general, los chicos y chicas de 14 a 18 años, actualmente, expresan sus sentimientos de una forma mucho más clara y abierta que antes. Tanto chicos como chicas se dicen "te quiero" indistintamente de su sexo o su sexualidad, sin tapujos, se aferran mucho más a su grupo, buscan refugio mutuo, en contraposición con la proliferación de medios cibernéticos como redes sociales etc. Su conducta pública es altamente afectiva, canalizan su problemática de esta manera y logran sacar un optimismo y vitalidad sorprendente. Son capaces de reirse de sí mismos, adoran fotografiarse con las caras más estúpidas posibles y las muestran, no estando tan obsesionados con su aceptación social al margen de sus amigos.

Algo bueno tenía que tener esta juventud que nadie valora ¿no?. Igual la libertad de su tiempo les hace desarrollar unos lazos más sólidos que los que nosotros conseguimos.

Gente de mi edad se queja de la falta de amistades, yo misma encabezo esa lista, y miro con admiración cómo los muchachos se divierten y se expresan, compartiendo sus aficiones desde bien jóvenes y quemando los cartuchos mucho antes de lo que nosotros (algunos) pudimos. ¿Significaría esto que su punto de saturación o decepción va a anticiparse? De momento, no lo sé, pero no me gustaría.

Creo que tenemos que rescatar la ilusión y hacerla grande, mucho más grande, y no dejar de ninguna manera que se vaya. Si se ha ido, correr como sea a buscarla, crearla otra vez y cuidarla, porque si no... esto no es vida.

El miedo a perder es en sí mismo una pérdida, no hay barreras más grandes que las mentales, no queramos ser mayores antes de tiempo, ni niños a destiempo, pero salvemos la ilusión.

Si dejarse llevar suena tan bien, ¿por qué no lo hacemos?

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