jueves, 3 de junio de 2010

El desamor crea vagabundos

Es siempre así, desde que conocí el amor. Vagabundos. Y seguro que los vagabundos algún día sufrieron desamor, dejándolos en la cuneta, enfrentados a un abandono emocional y no encontrando fuerzas para afrontarlo. La única fuerza a veces es vagar y hacer por hacer. Pero no es mi caso, eso ya pasó. He visto personas realmente destruidas que lo único que pueden ofrecer es dolor. Otras, en cambio, no tienen conciencia, y por lo general, la mayoría se vuelve medio gilipollas y olvida la persona que un día fue.

Me conformo con mantenerme dignamente en la distancia acumulando fuerzas para el golpe de gracia. No puedo depender de nadie excepto de mi misma, lo sé desde que tenía 18 años. Hay golpes invisibles y heridas igualmente invisibles que la memoria no es capaz de borrar, vengan de quien vengan. No puede haber decepciones más profundas ni más cercanas. Estoy sola, lo estoy mucho tiempo. A la mínima todo lo demuestra. Pero ya no necesito nada, puedo pagarme poco a poco mis alas hasta que salga una mañana por la ventana.

Ser una buena persona sólo te recompensa interiormente. Mejor no aspirar a ser nada para nadie. Todo el mundo es egoísta por naturaleza, incluso aquellos que se erigen en pro de tu bienestar. Todos mienten, todos te traicionan, te venden y te abandonan...

Pero el chantaje se acabó. Me pagaré la operación, me iré a Madrid y conseguiré todo lo que persiga porque tengo voluntad, y no se me olvidó, ni la vendí, ni la cambié por la de otro.

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