martes, 28 de febrero de 2012

Canela y madroño

Aunque ocasionalmente me dedique a la magia, mis aspiraciones personales son el "ser felices juntos aquí y ahora", es decir, nada de contemplación amorosa, nada de planes "para siempre", nada de decepciones, nada de fantasmas, nada de expectativas erróneas.

Planes moderados, planes factibles.

Esta tarde he leído la Biblia. El Libro de Jonás. Me lo recomendaron el viernes pasado pero... creo que lo tenían algo sobrevalorado. Igual es que la historia del perdón a mi no me parece sorprendente. Me sirve sobre todo la parte en que Jonás siente miedo de su misión y desobedece a Dios, y con ello ocasiona una tormenta. Me gusta que sea consciente de su huída, y del mal que trae consigo. También que se sacrifique por sus compañeros de tripulación.

Lo que no entiendo es por qué después tanto egoísmo al no apiadarse del poblado en el cual debía predicar. Él no había sido mejor que ellos. En la historia Dios es la voz sabia que perdona y explica el valor de la vida, y Jonás era un personaje coherente hasta que decide aislarse. No sé, igual es que no he pensado demasiado bien en que cuando se trata de nosotros demandamos más benevolencia, y cuando se trata de los demás somos siempre más egoístas y menos empáticos. Debe ser esa la lectura correcta.

Aún así, he disfrutado más con otras lecturas de ese libro.


Me gusta el olor de la canela, sé que a los chicos les suele parecer demasiado dulce. Mi teoría es que los hombres prefieren las esencias más frescas o cítricas, herbóreas, como la lavanda, el musgo, o similares. Las chicas preferimos vainilla, canela, coco... madroño. Olí el madroño hace meses y ese día no llevaba demasiado dinero para gastarlo en un tarrito tan pequeño pero... tengo que conseguir un poco.

Pero no todo es dulce siempre en el lado femenino y fresco en el masculino... o quiero pensar que no es regla fija.



Tenía un buen día hasta que alguien inició una fugaz conversación on line y me recordó lo muy triste que me siento y que soy completamente imbécil creyendo en... ¿qué más da?. El problema es que dejo que me afecte, no es de nadie más.

Una gota puede desbordar un vaso, un dedo puede tapar el sol. Cuestiones de tensión y perspectiva.

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