miércoles, 15 de febrero de 2012

Altruismo, pobreza, ambición y riqueza

Cuando terminé el colegio en 4ºESO quise separarme de la mayoría de personas que habían sido compañeros en ese centro infernal, así que opté por estudiar Humanidades, o letras puras, y dejar de lado las matemáticas y el resto de ciencias. La idea, tras descartar la rama ciéntifica, era estudiar derecho con vistas a ser fiscal o notaria, ya que defender a un criminal no es lo mío. El caso es que conforme avancé, me dí cuenta de que el dinero no era lo más importante, que quería ser felíz y hacer felices a otros, que el mundo se merecía ser mejor, que tal vez yo pudiese aportar algo a él para llenarlo de color, de esperanza, para hacer reflexionar a otros, y no desaprovechar esas cualidades que los demás veían en mi y admiraban. Muchos profesores me decían de pequeña: estudia Bellas Artes!! tienes que estudiar Arte!!. Al final les hice caso.

La situación ahora es la que es. ¿Por qué es tan triste pensar en que la persona que tiene un fin lícito, altruista, desinteresado, que tiene esperanza en mejorar su sociedad, en aportar algo a otros, al final sólo se encuentra con pobreza? con un medio que no le da para abastecerse, para dar nada porque él no tiene. ¿Deseamos de verdad escuchar a nuestros hijos decir: Quiero ser abogado porque quiero tener dinero. Quiero ser ingeniero para ganar mucha pasta. Quiero ser rico. Quiero trabajar poco y ser rico?.

Todos queríamos vivir bien. Queríamos ser felices y hacer felices a otros...

Les salió mejor a los ambiciosos, a los que pensaron primeramente en sí mismos.

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