domingo, 5 de febrero de 2012

Defendiendo el hoy como defendería el ayer

En las huídas, en los volantazos, en los cambios de ritmo, en las catarsis... en todo lo que es mirar otro punto distinto del que tuvimos como eje, en toda búsqueda de un sistema novedoso... ahí, es precisamente donde se haya "el comienzo". Y a veces está tan camuflado, tan inmerso en los acontecimientos que ni siquiera creemos en él. Pero tiene raíz en ello. Con el tiempo crece y suele disipar las dudas... aunque tal vez nos quede ese resquicio del "lo que viene después". Tenemos que creer en lo que construimos ya mismo, el pasado siempre llama para arruinar el presente, para sembrar la duda. Luchemos por este nuevo principio. Hoy es tan bueno como ayer. Hoy sabemos más de nosotros mismos.

Mil mareas crecen en mi todos los días. Van y vienen. Persigo un rumbo fijo. Quiero una vida más estable, pero nada lo pone demasiado fácil.

Sí, he tenido muchos errores, por mi vehemencia, por la pasión destructiva con la que proyecto todo, cuando me arrasa movida por razones superiores, imposibles, con las que lucho hasta el desgaste y al final todo fracasa. Pero me siento auténtica errando por sentimientos propios y sinceros antes que por papeleos sin sentido o burocracias.


No entiendo por qué llaman "Amante" sólo al que furtivamente aporta algo de sexo a la vida. Con lo bello y brillante que es ese término, debería corresponder a alguien que te ama... y ya está, de ahí partiría todo lo demás, el sexo por descontado.

Es posible que pase mi vida siendo la amante nunca amada. Desbordada y atacada por el vaivén de ejes que fallan. Volviendo una y otra vez a la huída, al cambio, y vuelta a empezar.

Hoy siento que no tengo nada pero lo tengo todo.

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