jueves, 15 de julio de 2010

Un papel que no existe

Seguir escribiendo los sueños en un papel que no existe; lo inmaterial. Lo más líctito, lo más humano, lo más limpio. Algo que no agrede ni se corrompe. Quizá es la renuncia a todo bien eterno o la mayor aspiración a la eternidad, pues esta intangilibidad va directa a la memoria. Me leo y me releo por si acaso llega pronto el día en que me apague. No hay mayor virtud ni mayor placer que poder desentramar la estructura mental y expulsar afuera parte de ti mismo, igual que quien compone una canción o genera cualquier pieza artística. Ser dador por un momento, un comunicador sin más ánimo de lucro que sentirse bien, un verdadero altruísmo. La aspiración a la genialidad esta mañana se me antoja una losa muy pesada si me pongo a divagar acerca del deber y lo que me obliga a seguir trabajando.

El viernes tengo una entrevista para una empresa grande de mobiliario económico. Mi amiga independiente ya trabaja allí. No es seguro que me cojan, pero si lo hacen, me preocupa que no me contraten por la semana de vacaciones que tengo planeada ya en agosto. No volver a Ibiza no es una opción, por mucho que necesite esos ingresos y lo bien que me vendría una alternativa más legal a mi situación laboral actual. Podría seguir con ambos trabajos y estudiando...

Prácticamente he puesto un pie fuera de la cama y he escrito todo esto. Así funcionan mis engranajes. O durante el sueño o después de él, o antes, pero en alguna circunstancia que se relacione con mi subconsciente en gran medida.

Igual tengo una incapacidad para relacionarme con el mundo sin lo abstracto, por muy ingenuo que resulte. Hace ya unos años que no puedo centrarme en algo sin dispersarme, en parte a causa de la desilusión. No es que ahora piense en ello a todas horas, pero la parte desilusionada de mi espíritu permanece. Han sido muchos ámbitos, han sido demasiadas personas...

Ayer cuando me secaba el pelo sentí que mi vida era perfecta, que tenía suerte de no poseer cargas, de trabajar media jornada, de seguir estudiando, de rehacer mi situación a pesar de las muchas otras veces, y sentí un poco de libertad, como quien percibe una brisa fresca pasajera en un momento de calor.

Pero no quiero vivir en el mundo de lo etéreo, ni en los grises ni en el claroscuro, quiero abarcar bastante más, a pesar de no sentir prisa. Lo del límite de los treinta, mejor lo vamos a olvidar. Tengo toda la vida para generar. De hecho me arrepiento día a día de no ser más productiva y no expresar lo que depararía este momento si produjese. Igual me sentiría orgullosa de verme a través de mis obras.

Tengo la capacidad, puedo tener la actitud. No quiero ponerme más excusas, sólo necesito un incentivo mental. Esta espera no lleva a nada, lo sé.

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