domingo, 24 de abril de 2011

Producto de vendavales subconscientes

No sé literalmente la cita porque no la apunté, pero Bukowski en Mujeres decía algo así como que no se puede caer en el error de pensar que nuestra propia vida debe causar la misma fascinación en los demás que crea en nosotros. Uno siempre está enajenado por su percepción. Hay que tratar de salir de esa embriaguez y presentar los mismos hechos con cierta pasión o desidia cómica, lo que sea, con tal de identificar a ese lector en algo. A fin de cuentas, todos hemos experimentado más o menos sentimientos comunes, si hablamos del dolor de una pérdida, el vacío, la tristeza, la soledad, la emoción, son sentimientos humanos. La atmósfera alrededor es lo que determina que la explicación de éstos resulte agradable, sincera, creíble.

Ayer ví Pollock, la película. Es posible que me viese un poco reflejada en algunos rasgos de Lee Krasner (triste). No soy tan habladora, tampoco me fascina el cubismo, ni el expresionismo abstracto, pero supongo que sería tan idiota de soportar un drama semejante, en la sombra. No sé quien fue esa mujer realmente, pero si hubiese sido como en el papel la consideraría una buena mujer.

A veces las personas no podemos ser convencionales. Divagamos o nos quedamos absortos... qué se yo. En otras, ni siquiera actuamos con sentido.

Estoy un poco cansada de tormentas, desearía vivir un momento apartada de todo, como hacen ellos, limitándome a ser felíz.

Tengo que apaciguar mis demonios, últimamente había sido fácil, es decir, bastante meses de tiempo no caótico. Pero en ocasiones despiertan, como pulsiones que estallan y arrasan conmigo. No siempre me siento así.

Muchas veces soy el exceso, y otras veces sobro. Yo misma me odiaría desde fuera cuando soy sólo un producto de vendavales subconscientes. Hay demasiadas cosas que me afectan actualmente. Sentirme responsable del desequilibrio ajeno es una losa que no puedo soportar.

Completamente a la deriva. Mañana no sé lo que puede pasar. La búsqueda de horizontes diluída. En el mar como ya dije, pensando en la manera de salvarme pero no moviéndome nada, hacia ninguna parte. Con el agua por todas partes, con frío a ratos, cansada. Supone una saturación enorme decidirme por un camino... miedo. Cierro los ojos y me acuesto para dejar de lado otro día más los mismos pensamientos. No es una angustia existencial, es una vida que da angustia. Cuando crees que el mundo es un lugar mejor, el mundo se convierte en un asco. Te dan ganas de vivir en una burbuja caliente e ingrávida, sin nadie, para siempre. En realidad no es más que nuestro propio dolor lo que nos aisla. Siempre he querido salvar lo que parecía insalvable, lo que no quería salvarse...

Me he comprado un reloj. Uno bueno. Espero que me vea envejecer igual que el otro me vió crecer. El anterior no está roto, sólo algo desgastado. Lo tenía desde que hice la comunión, desde los diez años. Dieciseis años en mi muñeca. Aún me sigue gustando. El nuevo es casi igual, lo he buscado a propósito. No me gusta cambiar las cosas que me gustan, no me importa que sea el mismo tantos años. Es mi reloj, es perfecto.

Sólo me gusta cambiar lo que no creo importante. La ropa, el pelo... tonterías que te describen parcialmente pero no sobreviven más allá. Pero la vida te obliga a cambiar, te obliga a base de dolor punzante, de noches en blanco y arcadas si se piensa en comer.


Es posible que necesite un trabajo, por lo menos hasta septiembre.

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