domingo, 10 de abril de 2011

Consideraciones, repercusiones y depresiones

Si empecé la mano de repente fue para demostrarme que no necesito la aprobación de nadie para hacer cosas, que mi parálisis es psicosomática, que con que crea que soy suficientemente buena puedo hacer lo que quiera (y más aún), y que puedo hacerlo al margen de cualquier opinión, cualquier afecto o cualquier consideración externa.

Sí, me siento mal. Me siento peor que cuando estaba enfadada. Vuelvo a predicar en el desierto, y no quiero tratar de cambiar a nadie.

Mi profesor de Historia del Arte me dijo un día en medio de clase que si tuviese que encarnar un movimiento yo sería el barroco. Y sí, no se equivocaba. No soy muy distinta. No es mis estilo favorito, pero acabo siendo eso. Me gustan las pasiones exaltadas y combinar mis recursos de modo que logren un conjunto ordenado y aún así derrochen estilo. Lo creo difícil, me gusta que suceda. Creo que no todo el mundo es capáz de asociar correctamente elementos en apariencia comunes (porque subestima la estética) y eso tiene mérito. Es la razón de que me rodee de gente que sabe simplificar con más soltura que yo, porque puedo verlo todo importante, y 'todo' no siempre lo es.

Basta de bromas. Si no inspiro la mínima fascinación es que algo falla, es evidente. También es evidente que sentir las cosas y no expresarlas se manifiesta de la misma forma que cuando no se sienten. Es difícil no llorar si se hace una lista.

Es primavera y podría estar bañándome en flores y felicidad a ojos de cualquiera. Los únicos pensamientos que serían lógicos que recorriesen mi mente deberían ser aquellos que lograran que sonriese mientras camino en dirección al centro, cuando me pongo a leer o hago cualquier otra cosa. Y no. Suelo estar pensando que será lo siguiente, o el porqué de algo ya mencionado, y si es que realmente lo hago tan mal. No se me ocurre nada mejor... y ahora ni siquiera me apetece esforzarme por hacer nada mejor. Pero no voy a emprender un círculo de apatía sentimental, con la laboral tengo bastante. Mis cartas están sobre la mesa, creo que se nota. Además, la realidad siempre te estalla en la cara tarde o temprano.

Así que no voy a ponerme un crono para ver cuanto tardo en modelar, y demostrar si soy o no "tan buena como...". Me jode, y no hay medida en el mundo posible para describir en qué cantidad, el ponerme a hacer ¡una sóla cosa! y escuchar tan pronto ese tipo de comentarios. Eso no puede favorecerme de ninguna manera. Eso no es modo de quererme de ninguna forma, ni de velar por mi bienestar ni motivarme, ni tan siquiera denota cierto respeto. Eso es precisamente lo que hace que me hunda días y luego me canse y haga cualquier otra tontería siguiendo la razón que encabeza esta entrada.

Sería mucho más fácil decirme que soy muy estúpida precisamente por tener en cuenta todo lo que logra hacerme daño y me lo acaba haciendo y no logrando la manera de subsanarlo o mejorarlo (si eso es posible).

No me apetece hablar más, da igual todo lo que diga. Seguro que Carmen Electra lo hacía mejor que yo, o Natalie Portman o a saber, o por lo menos escucharía más halagos en relación a ellas, por supuesto. La mayoría del tiempo no existo.

Pero no aspiro a ser un objeto bonito y menos a partir de ahora que comienzo a envejecer, así que mejor me acuesto un rato y me ahorro pensar la mejor manera de perder el tiempo también esta semana.

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