miércoles, 1 de septiembre de 2010

Retroalimentación caótica

Dos días con una presión rarísima en el pecho, me duele al respirar profundamente. Ayer dolor de espalda injustificado. Espero que sólo sea frío...

Mi cabecita anda un poco desordenada contemplando cómo pasan los exámenes de la Escuela en mi ausencia. Recientemente me entero que si vuelvo a Publicidad la matrícula corre por mi cuenta (gracias mamá), lo que sería igual a gastar lo poco que tengo ahorrado... adiós futuro adiós... Y la cuenta sigue mermada.

No me siento bien con tantas iniciativas que al final se desvanecen, ni con esta falta de rumbo y sentido de todo cuanto... ni tengo. Estoy en la cuneta emocional, auxiliada por la dinámica y las nuevas amistades que se van solidificando. Así es imposible nada productivo. Retroalimentación caótica.

Creo que esta superficialidad me convence de ser 'prescindible', y sí, soy débil para algunas cosas, no lo tengo todo tan claro, y no lo sé todo. Necesito a los demás, no es algo nuevo.

Ciertas situaciones me oscurecen por dentro y no sé hasta donde darán de sí si me empiezo a sentir corrupta y alienada. Igual sólo quiero algo tranquilo y cálido.

Nada me aporta seguridad, y con esto me refiero a un estado que no pase, que no se quiebre por el mínimo contratiempo o no me aparte de lo que estoy acostumbrada. Pero para eso debería analizar cuál es mi costumbre... porque últimamente la única que dura es la costumbre de abandonar cualquier acción que emprendo.

¿Falta de compromiso? Posiblemente, posiblemente no me encuentro y me he perdido desde que quería ser mayor y no pude, así que no tuve más remedio que crecer al margen siendo una sombra mal definida que vaga errática y algo solitaria la mayor parte del tiempo. Lo peor es que lloro bastante menos.

No sé ni qué estoy escribiendo. Lo único agradable de este momento es el olor a pan de la nueva panadería que han abierto bajo la ventana. Otras veces es mantequilla, empanadillas o cualquier olor apetitoso que mezclado con la luz naranja de mi cortina me envuelve en el único ambiente que me hace sentir calma, y en parte, cierta posesión. Mi habitación, mi espacio, yo misma...

Tengo que decidir qué hacer este curso, el palo ha sido grande. Igual busco otro trabajo para las mañanas... no lo sé.


Quiero que se pase pronto el dolor extraño que tengo al respirar.

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