viernes, 17 de septiembre de 2010

Corazones y cajas de bastoncitos

Esta mañana he reparado en que si tu hermano llega y, sin querer, deposita una caja de bastoncitos detrás de tu codo mientras tecleas frente al ordenador, cuando te gires y la tires, los bastoncitos caerán caóticamente hasta conformar un claro ejemplo de estado 'irreversible'. Y es irreversible porque volverlos a ordenar mecánicamente hasta conseguir una disposición completamente exacta a la original es infinítamente difícil. Supondría una pérdida de energía brutal, echarle muchas ganas, y sólo pensaría en hacerlo si esa caja de bastoncitos hubiese demostrado que en una situación igual haría lo mismo por mí. Pero los bastoncitos no se expresan, a pesar de estar ahí, dentro de mi mundo, no me hacen ver de ninguna forma que mi esfuerzo pudiese merecer la pena. Sé que con tiempo y con dedicación podría conseguir que la caja volviese a ser casi como era al principio pero ¿realmente serviría de algo? Supongo que a mí me importaría, me sentiría bien por ir viendo que gracias a mi energía la caja se va llenando otra vez, con orden, siguiendo lo que concibo como un buen esquema, pero... ¿y si a la caja eso le da igual? nadie podría culparla, ella no ha pedido ni el esfuerzo ni la dedicación, nunca prometió corresponderlo, de ninguna manera, simplemente está, se dejó llevar hasta el suelo, igual ni ella misma se esforzaría por paliar su propio desorden...

He intentado algunas veces ordenar cajas de bastoncitos. Un par de veces sentí que por poco lo consigo, pero me rompí el corazón sin darme cuenta.

Las cajas de bastoncitos desordenadas no saben curar corazones, a lo sumo, tratarán de tapar las heridas poco a poco, con pequeñas dosis, con lo poco que pueda abarcar su extensión de algodón, pero siempre superficialmente. Un corazón puede sangrar mucho, los bastoncitos comenzarán a saturarse con tanta sangre hasta el punto que se sientan incapaces de cubrir tanta herida. Por otra parte hay que pensar que los bastoncitos que jamás pidieron el esfuerzo sufrirán daños, y es posible que ya ni sirvan para otros usos al quedar cubiertos de sangre. Mientras tú te desangras ellos se saturan.

Es mejor no pedir ayuda si acaso el corazón se resiente, si acaso una mañana te levantas y descubres alguna herida. Mejor no empieces nunca a tratar de ordenar una caja de bastoncitos desordenada, trata de ordenar algo menos apático, si eso es lo que deseas, pero nunca algo que no te exprese que la correspondencia es posible porque entonces se producirá la saturación, seguida del reproche por ser tú la causa, ya no importará el detonante, hasta el trágico fin, que no es otro que el de los corazones y las cajas de bastoncitos que ya no sirven a nadie.

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