viernes, 18 de febrero de 2011

Mejor en forma de tarta

Pero lo mejor que una puede hacer con la calabaza es comérsela en forma de tarta (si la hace una amiga mucho más rica) y despertarse a la mañana siguiente sin muchas ganas de seguir pensando, dejando de lado el sentido común, para pasar, posiblemente, uno de los mejores días.

También vale el pastel de zanahoria, o las dos, como fue mi caso.

A veces cuando salgo de la ducha y me contemplo, me consuelo pensando en que a pesar de tener un cuerpo más bien normal y bastante blanco puedo dar gracias de no haberme desarrollado hasta llegar a albergar dos globos ornamentales que incapaciten o incapacitasen mis cualidades intelectuales. No porque crea que eso mismo tiene relación directa con la biología ni mucho menos, sino por la psicología en general. Supongo que comparto la creencia de que una persona con inseguridades siempre tratará de mejorar, de dar más de si misma, antes que otra que se sienta 'completa' o 'acabada'... perfecta. Nadie está completo ni acabado en si mismo, y nadie puede sentirse perfecto si está completamente solo... nadie como yo. Y matizo porque no me gusta generalizar.

He coleccionado algunas otras citas del libro de Dorian Gray, ahora que por fin lo estoy acabando.
Pero la juventud sonrie sin motivo. Es uno de sus mayores encantos.

Esta frase es tan agradable y tan cierta... que me cuesta equipararla a otras como:
Las mujeres prueban suerte. Los hombres arriesgan la suya.
Un hombre puede ser felíz con una mujer siempre que no la quiera.

Ambas en labios de Lord Henry Wottom.

Me angustia pensar que sean ciertas, y básicamente me entristecen, pero sé, y he comprobado de sobra, que pueden serlo. Al igual que:
El terrible júbilo de quien lleva con éxito una doble vida.


Hoy prefiero pensar en obviedades más optimistas, como que si sigo regando con esmero mi bonsai Sai seguirá sano y llegará a ser fuerte algún día. Es una ley natural, lo del trabajo diario. Todo lo que es importante demanda empeño.

"El Tartufo" es una obra bastante predecible (sí, por fin lo he acabado, y hace un par de días). Molière no me emociona, pero no sé si es más por la traducción o por su teatro. El pobre debió perder encanto con tantos cambios y tanta censura por un tema que ahora daría bastante risa, y no por lo cómico del contenido, sino por su hipotético agravio social.

Tenemos suerte de vivir en esta época. Hay que alegrarse de vez en cuando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario