sábado, 8 de mayo de 2010

La gata sobre el tejado de zinc... caliente

Mi hermano opina que todo sucede por una razón. Que existe algo que hace que las cosas sucedan como suceden por un motivo concreto. Es un razonamiento optimista para dar sentido a la adversidad, la cual, muy posiblemente, conduzca al fortalecimiento interior. Soy consciente de que sin lo malo lo bueno no resultaría bueno, que sólo la caída te hace levantarte y el largo etcétera de filosofía típica, pero cierta.

Es respetable que todos nos tomemos un tiempo para sentirnos fuertes, serenos, completos, a gusto con nosotros mismos, capaces de ofrecer algo beneficioso a los demás por como somos... Yo me siento en equilibrio, a veces incluso radiante, activa pero tranquila, alegre por la coherencia a pesar de las consecuencias, lista para el plan de vida adulto, con el sentido de la diversión preciso, las herramientas necesarias, todo preparado para pasar a la acción definitiva. Pero, sin comenzar esa acción.

Me alegra abandonar un poco el ostracismo. No doy saltos de alegría, sólo respiro. Sigo aquí. Es bastante. Sigo contando los meses hasta hacer seis para volver a encarnar la excepción que confirme que el mundo sí funciona. Aunque no pase.

Una de las cosas buenas de que a tu padre le diagnostiquen colesterol alto y a tu hermano lo pongan a régimen es que la alimentación en tu casa mejora considerablemente. Por fin puedo basar mi consumo diario en verdura, fruta y pescado, restringiendo la carne a salidas o eventos donde no hay más opción. Digamos que de los siete días de la semana tres tomo carne y el resto no. No está nada mal.

Acostumbro a beber té pakistaní por las noches, quemo incienso de canela a ratos, reorganizo mis espacios, me acomodo.

Hace ya días elaboré la lista de libros clásicos y no tan clásicos que quiero leer antes de morir (sumado, claro está, a todos aquellos que aparezcan nuevos o redescubra). Ya tenía una lista que mi profesora de literatura universal del instituto nos pasó (siempre admiré a esa mujer por todas las obras que conocía, y pensé que jamás podría igualarla, pero... ¿por qué no intentarlo?), ahora, he añadido una recopilación de las obras que más han gustado a la opinión pública latina en Internet, por lo que me ha salido una larguísima lista en la que también se incluyen muchos que poseo y he leído. No soy una lectora empedernida, pero todo lo que he leído ha sido de lo mejor, me siendo muy orgullosa de haber disfrutado de obras tan increíbles que narrarán mi existencia pues "los clásicos nos leen". Lo mejor, y más curioso, es que casualmente en la semana de las fiestas de letras pusieron un mercadillo de libros usados (el día siquiente a la redacción de la lista), donde, como no, estaban muchos títulos elegidos. Me compré siete. Una pena que de "La montaña mágica" de Thomas Mann sólo estuviese el primer tomo (lo compraré en otra ocasión). Pero bueno... me gustó la casualidad. Buenos títulos a 2€.

He empezado a leer "La gata sobre el tejado de zinc caliente" de Tennessee Williams. Es teatro y empieza bien.

Es tanto lo sugerente que me resulta el título, que de momento he pensado hacer una ilustración que responda exactamente al título de este apartado. Obviamente, el concepto de gata va a ser distinto del animal. Cuando termine el libro haré otra con mi visión de a lo que Williams se refería. Después, veré la peli, con Paul Newman y Elisabeth Taylor, siguiendo con la idea del cine de los 50's.

Mi amiga compleja no contesta, supongo que el comentarle cierta información no agradable no ha mejorado nuestra posible reconciliación. Para la próxima obviaré ese tipo de informaciones, a riesgo de los posibles errores que pueda cometer. Mi intención era la mejor, para evitar errores y premios a gente que no lo merece. No me voy a poner triste, es algo que hice con buena voluntad.

Domingo 9, todo el día sola. Lectura, trabajos, silencio...