lunes, 14 de octubre de 2013

Zombies

En el vuelo de ida a Praga el año pasado encontré el típico suplemento de periódico con artículos varios. No lo leí muy a fondo pero lo guardé porque, aparte de contener un reportaje sobre Fukushima, databa de una fecha bastante importante para mí. Este fin de semana, haciendo repaso por casa, llegué hasta dicha revista, y ojeando un poco encontré un artículo de opinión acerca de la obsolescencia programada. Si no es suficiente con mi creciente descontento hacia el sistema el leer cosas como que el nylon que hoy conocemos es de baja calidad comparado con el nylon que su creador desarrolló en sus inicios, que las medias podrían fabricarse de modo que no se produjesen carreras, que podrían durar prácticamente una vida, que las antiguas bombillas incandescentes vivían también más según eso, o que las impresoras incluyen un chip para dejar de imprimir una vez llegan a la página especificada... Te preguntas qué clase de broma pesada es este mundo, ¿dónde está la conciencia con respecto al planeta?, en serio, ¿qué estamos haciendo?, ¿qué estamos consintiendo? y ¿por qué? A veces podría pasar toda la semana con el mismo pantalón, con mis deportivos rotos y pienso que cada vez necesito menos cosas. Desde que volví del piso he tratado de reutilizar todos mis materiales igual que hice allí para convertirlos en objetos útiles, para que dejen su inactividad y se conviertan en algo aprovechable. Pero el consumismo limita nuestras fuerzas, aún en esta época de crisis no se aboga por conseguir productos duraderos, se lucha por seguir enriqueciéndose a costa de la pobreza ajena. Y yo sinceramente no sé para quién quiero trabajar porque no quiero ser parte de esto, no quiero ser parte ni del conjunto ni del colectivo, no quiero nutrirme de la pobreza de nadie y ni siquiera quiero dinero. Querría poder moverme, deshacer fronteras, eliminar la burocracia que nos limita, conocer personas que funcionen de otra manera... Pero estoy tan atrapada como el resto que detesto y la elección no es otra que escoger lo menos malo dentro de que todo lo es. Y es básicamente levantarse otro día para intentar rescatar algo positivo de esta tragedia colectiva.

Nos comemos unos a otros.

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