sábado, 7 de septiembre de 2013

Los hombres que no amaban a las mujeres

Hoy me parece un día precioso. La gente se queja cuando llueve y está gris, pero estando sola en casa, teniendo la ventana completamente abierta para que pase el viento, siento una calma cálida en el mismo tono que percibo. El gris también me gusta para vestir.

Ayer para mí empezó septiembre, y septiembre es salir porque sí, planes espontáneos, gente nueva y antigua, noches frescas, risas, coches, vueltas, música, conciertos, bares... no sé, es bastante. Es patear calles y hablar como una loca, y ayer hice todo.

Las mujeres sufrimos mucho, y sufrimos por los hombres. Quedar con mujeres me hace darme cuenta de que no estoy nada sola. Tengo un montón de suerte de sentirme tan bien esta mañana. Tenemos miedos y sueños que suelen ser parecidos, perseguimos imposibles posibles y saltamos y gritamos para no llorar. Pero si llegamos a llorar no importa, no importa volver a casa con algunas lágrimas en las mejillas, importa querer vivir y querer seguir arriesgando.

Las mujeres son increíbles, no conozco seres más fuertes ni más sensibles.

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