eternamente irreversible
viernes, 29 de marzo de 2013
Nadie puede robarme
Miedo a sentirme feliz. Terror por serlo tanto, porque desaparezca, por el precio a cambio. Siempre mereció la pena, la pena que viene después. Ahora es sencillamente eso: felicidad que nadie puede robarme.
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