domingo, 30 de septiembre de 2012

la vuelta a casa

Se acaba el lugar casi perfecto. Tengo que marcharme.

Nunca lo mencioné pero la antigua inquilina que residía en la vivienda se llamaba María Dolores. Como la dueña de la maleta, como mi tía muerta.

Recogiendo todas mis cosas he sacado los cajones para asegurar el que no se hubiese colado alguna cosa. Al mirar en el fondo he encontrado unas cartas dirigidas a Lola. Lola la enfermera maravillosa, con amor de Pepe, felicitaciones y lindas frases, medias y por qué no decirlo, unas bragas. Las bragas las he tirado, también porque era lo primero que he encontrado y no sabía bien de quien podían haber sido. Lo demás lo he juntado todo y lo he metido en una bolsa. Ahora, esa María Dolores, vive enfrente. He llamado a la puerta, le he explicado y se lo he devuelto todo.

No sé bien si guardó esas cartas como recuerdo secreto que nadie debiese leer. Yo he leído por accidente, porque podían haber sido de mi tía. El caso es que son recuerdos bonitos que no deberían perderse. Para mí hubiese sido importante recuperarlas.

Se cierra otra etapa. No voy a enumerar las causas, me quedo con las consecuencias, con lo bueno que el trayecto a puesto a mi favor, con el bien que haya podido brindar a las personas que me acompañaron.

Vuelta a casa con algo más que una mochila a la espalda.

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