jueves, 18 de octubre de 2012

Negro, muy negro

Sí, es muy negro, como todo lo que seguramente llegue y nos quede. ¿Qué más da? sólo un color para ver la realidad de otra manera, tal vez más cerca. El infierno fue ayer cuando huías, yo por lo menos era consciente de que así era, pero se aguarda con la esperanza de que mejore en ese futuro que pasa a ser presente y luego pasado. Trágico, las miradas al margen de nuestros intereses, que evidencian que yo soy yo y estoy bien sola. No es una fórmula que funcione, y tal vez aquellos que hablaban de química llevaban cierta razón en eso de que entre ambos las reacciones se desarrollan de tal manera que no todos los elementos funcionan de la misma forma con otro al lado. Conozco muchos neutralizadores, otros que no producen nada y dejan todo igual, alguno que me haya llevado a la efervescencia exacerbada, llamémosle reactivo, pero simplemente necesito un catalizador, que aumente mis reacciones sin alterar mi esencia.

Es bastante básico, era básico en el papel, en el prejuicio pensando que no estudiaríamos nada, que sería fácil, que no costaría trabajo. Y sí, estoy estudiando química en peluquería y me gusta, y le veo utilidad y aplicación directa, y manejo los resultados, y doy forma. Y todo eso es crear.

No voy a deshacerme en la lluvia llorando, porque hace años que padezco la patente de que el viaje no te lleva a ningún lugar diferente del camino que recorras solo en tu interior. Que si no logras salir de tu propio laberinto te dará igual partir hacia Londres o hacia Tokio, saltar hacia casa o correr hacia ninguna parte. Mi equipaje es ligero por eso.

Lo sé desde 2006, lo sé, pero aún sigo apuntando todos los viajes y eventos que he realizado desde entonces, el por qué no es más que para recordarme que sigo en movimiento a pesar de todo.

He vivido a pesar de... quién, y no de mi, y ese ha sido el lastre, no vivir por lo que deseo al margen de qué piense o qué valore x. Anteponer el juicio absoluto a mi juicio, o fundir el juicio propio con ese juicio hipotético, logrando un listón tan alto que me reduzca siempre a una perdedora. Pero he llegado a verlo, y más vale después de años que nunca.

Sí creo en el cambio, en la superación y adquisición de sabiduría, popular o erudita, aunque haya partes a las que nunca renunciemos, que se manifiesten desde lo profundo o signifiquen costuras en ese almohadón de seguridad. Pero existe.

La evidencia es dura.


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