sábado, 5 de mayo de 2012

Wong Kar-Wai, en un día cualquiera

No he explicado en ninguna entrada por qué me interesa estudiar para el proyecto fin de máster y mi futura tésis a Wong Kar-Wai. No sólo pienso que visualmente su obra es deliciosa y sensual, a la par que fuerte, colorista, evocadora, ensoñadora, vibrante, trepidante y muchos otros adjetivos que normalmente se asociarían a la trama pero que ya en ese impacto creo sentir, sino que me siento conectada a todo eso, retratada en ese mundo, donde pasado, presente y futuro convergen y son parte de un todo lleno de contrastes, melancolía, ilusiones, sueños, recuerdos. Quizá en ese compendio de lo clásico y lo ultramoderno, de la pasión interna que se vive en ocasiones en el más riguroso silencio, de las miradas y las voces que no se escuchan, de los llantos y los sollozos en un callejón... quizá sea mi obsesión y la suya por el amor y el desamor, o que miramos el mundo de una forma parecida, o que me veo narrada en slow motion alguna vez... el caso es que ese hombre encarna un cine que conecta íntimamente con todo lo que soy, con mis noches, mis lágrimas, mis amores frustrados, mis deseos, el futuro, el choque de esos extremos, el color... Tal vez el día que ví Chungking Express me fascinó, y me sentí impregnada de los cuatro personajes de alguna forma... Y cada historia me contaba cosas que reconocía. Puedo ser la chica misteriosa con peluca, corriendo por la ciudad, a la que nadie conoce realmente, de la que todos sacan conclusiones. También puedo estar lamentándome por el amor a cada instante y tener algún ritual secreto que no abandone con el paso del tiempo. Puedo soñar con una vida que no es la mía y querer simplificar y volar, y mejorar la realidad de algún extraño, o puedo ser ese extraño al que le haya ido mal y quiera cambiar para mejorar, no estando demasiado segura de si el cambio surtirá efecto o si cambiaré realmente.

Después vino "In the mood for love" y habría tanto que decir... tal vez lo más importante sea la negación y lo que al final acabamos haciendo, o ese sentido del honor y la dignidad más grande que nosotros mismos... o esos sentimientos imborrables y otra vez un viaje y un ritual secreto... Conscientemente no logro verme en la circunstancia por el hecho de que ellos estén casados con otras personas, pero supongo que en ese mismo punto inicialmente sería ella, con el miedo, con el "no somos como ellos" y luego acabaría siendo él, con sus preguntas, con su herida, su amor, y su secreto.

Cuando estaba en quinto de carrera mi profesor de audiovisuales, Antonio, nos habló de la emoción. Y aunque toda la clase hablaba de otros puntos, que ni recuerdo, me quedé con eso y con que el cine debía emocionar. Ese hombre era un filósofo también, y un apasionado. Así que nos mandó un trabajo: rodar una escena cotidiana. Y a mí no se me ocurrió otra cosa que ir a un jardín como solía hacer por las tardes, con la persona que solía hacerlo y grabar. Grabar cómo estábamos ahí juntos, despreocupados del mañana, felices, mirando el cielo... Cuando lo puse en clase la gente se quedó un poco sorprendida. Todo el mundo había grabado desayunos, puertas abríendose, escenas caseras... Yo hice un corto, muy corto, sobre el amor y las cosas sencillas de la vida porque quería expresar eso que él dijo: "la emoción". Cuando terminamos de verlo Antonio se acercó a mí y me preguntó: "¿En qué estabas pensando para grabar eso?". En ese momento dudé, me puse nerviosa, pensaba que no le había gustado nada y creo que titubeé un estúpido "no sé..." seguido de algo poco importante. Entonces me dijo que era un gran trabajo, y que le había sorprendido mucho. No pude decirle que lo hice pensando en eso, en la emoción y en retratar lo que es el amor en realidad la mayoría del tiempo: estar juntos, felices, y ya está. La cosa más sencilla del mundo.

Cuando acabó la clase me sentí bien, el problema es que la persona que salía conmigo no lo entendió nada. Me dijo que era un trabajo exhibicionista (porque salíamos besándonos) y supongo que algo así como hacer pública nuestra intimidad. Pero esa nunca fue mi intención, de hecho no era nada escandaloso. Sólo quería hacer un homenaje a eso mismo, a lo que éramos, y universalizarlo, y convertirlo en Arte... Así que fue la segunda vez que hice un regalo íntimo en relación al Arte y no fue bien entendido.

A final de ese curso Antonio me dijo que lo expusiera, que me atreviese a hacerlo, que merecía la pena, y fue expuesto, pero no fui a verlo. Segunda exposición donde participo y no fuí a ver... A esas alturas al otro protagonista ya le gustaba más. Supongo que logré hacerme entender un poco.

No siempre se entienden las motivaciones de una pieza. En 2008 yo aún no conocía a Wong Kar-Wai, pero creo que quería lo mismo. Él hizo su primera película con 29 años. ¿Por qué yo no podría hacerlo igual?.

Me encanta ese corto y es de las obras más optimistas y bonitas que he hecho, pero nunca más lo he expuesto y no lo voy a mostrar más como obra, posiblemente. Quizá porque soy yo en un tiempo que es pasado, que sale otra persona, y que no es ficción. Pero quiero hacer muchos más como ese, no importa si son otras personas, quiero que lo sean, quiero que haya algo entre ellos que sea verdad. Quiero que la gente mire la pantalla y sienta.

También me siento tentada a introducirme en la trama, como quien está cocinando y no puede evitar probar todo el tiempo lo que elabora. Supongo que tu reflejo se plasma en lo que haces, aunque no estés directamente tras el objetivo. Puedes vestir a otros con tu traje y ver cómo luce, y moverlos en circunstancias conocidas y tener otro prisma, y trasladar el pasado al presente, y fijarlo, y reinventar e inventar lo que quieras y construir una historia a la que nadie importe si es real o no, pero donde todos quieran estar en algún momento.

Estoy convencida de que intelectualmente soy una artista, sólo necesito serlo prácticamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario