martes, 29 de marzo de 2011

Uppercut

Siempre me pareció que Sartre se equivocaba cuando afirmaba que "El infierno son los otros". No es más que 'nosotros mismos'. Pero a veces nos disparan algún 'gancho directo a la cara'. Supongo que la costumbre hace que cada vez vaya siendo más fácil levantarse, pero es triste.

La situación no es esperanzadora para la mayoría, aunque podríamos estar peor.

Sí, me quejo, me quejo mucho por dentro y rabio. No sirve, ya lo sé.

He pasado demasiado tiempo tratando de olvidar que todo era como es, intentando ver las cosas con una óptica más optimista, dejándome llevar porque sí sin pensar en nada más que en hacer algo contrario a lo que había hecho hasta ahora. ¿Y de repente tengo que amar apasionadamente eso mismo? No. No tengo porqué dar más explicaciones, si acaso tiene o no sentido mi productividad o ausencia de ella. No quiero ser ningún ejemplo, eso sería ponerme un listón demasiado asfixiante. ¿Para quién?

Llego tarde, no es una sorpresa. Como cuando estoy frente a una puerta nueva, nunca empujo la primera vez hacia el lado correcto, siempre se abre hacia el lado contrario. Cuando salgo me vuelvo a olvidar. Me pasa con todo. A la primera la cago, y arrastro el error hasta que el error me arrastra, me siento ridícula y trato de convencerme de que realmente no importa. A veces lo consigo... quizá un tiempo.

Bastantes cosas siguen sin tener mucho sentido. Sólo basta hablar un poco para percibirlo. Empecé con mal pie.

Sigo mirando y no digo nada. Sigo pensando y no hago nada. Continúo la dinámica al margen y pasan las semanas con la misma sensación, y algunos ecos empiezan a perturbar mi mente, con palabras que podrían ser verdad dichas en el momento más incierto.

Acabo de reordenar mis esquemas mentales justo el año pasado, quizá he logrado asentar todo lo que estaba desordenado en mi cerebro. Aún así el conjunto sigue un poco en el aire. Tengo derecho a empezar cuando quiera.

Si escucho que ¿quién me creo? probablemente la mayor parte del tiempo sea "una mierda". Sin futuro, sin vocación, sin dinero, sin nadie que me dure, sin nadie que me quiera sin reservas, sin nadie que me escuche por la noche cuando necesito hablar de verdad, o por la mañana o a saber... Sin la juventud de antes, sin el mismo amor propio y con algunas cosas más. Y también me siento a veces la ostia, y siento que me importa muy poco lo que no se vea en la superficie, ni siquiera se combine en nada material, y sólo se perciba lo que potencialmente soy, he sido y puedo llegar a ser. Porque estoy un poco harta de esforzarme tanto y que luego me pateen como un perro, y más tarde se olvide.

Estoy un poco 'dañada' por un comentario que no creo que se borre fácilmente de mi pensamiento y cada vez que lo rememoro me vengo abajo. Me hace ser más consciente de la realidad que no quiero ver y lo poco útil que soy a todos.

En casa cuando hablo sueno la más sensata, la más tolerante, y aún así mis consejos son un ruido más que se evapora entre alaridos.


Hoy he conseguido un logro: leerme un libro en una noche, una mañana y una tarde. Son dos días consecutivos pero prácticamente uno. Quiere decir que puedo terminar algo (en un tiempo prudencial, en éste caso bastante bueno). Reconfortante a pequeña escala.

En realidad lo más importante de nosotros son nuestros logros secretos y no hace falta ir contándoselos a nadie. Hay que saber compartir el silencio y aprender de las palabras que no se dicen.

Si gran parte del tiempo me siento así es normal que me paralice un poco. Pero quiero cambiarlo. No quiero ser tan cínica de negar que espero recibir lo que doy, y no creo que viva en el país de las maravillas ni en una pompa de jabón, sé perfectamente de lo que hablo. Febrero está muy lejos ya, y diciembre, y también junio... pero casi que eso no es lo más importante.




A veces no sé ni lo que escribo, otras no sé ni lo que vivo, pero siempre suelo saber lo que siento.

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