miércoles, 23 de marzo de 2011

El sueño de una noche de verano

Hay días en los que es mejor callar si no se puede hablar como un ejemplo.

El héroe se consagra con su muerte pero... ¿no es ésta sino el comienzo de su memoria?, su larga vida. Inmortal es el ideal, y no sólo así lo narra V de Vendetta, ya lo narran las sagradas escrituras y así ha trascendido desde mucho antes incluso; ya Platón describió cómo Sócrates concebía el anhipoteton: Idea de bien, causa de la realidad, perfección y verdad de las cosas.

La alegría es un sorbo dulce al paladar que se acaba volviendo amargo a su paso por la garganta. Aún así nos alimenta y no cesamos en volver a probar.

Nunca seré la causa más importante.

El veneno al final te hace inmune. Mires donde mires somos la derrota que el espejo te devuelve un segundo antes de cerrar los ojos y bajar la cabeza. Si acaso el corazón se acelera, al tiempo, lo atacamos para que lata normal. ¿Qué pasará cuando ya no quede nada puro que enseñar a tus hijos? La vergüenza, la cólera, el desastre, lo impío y lo obsceno de tí mismo. El agua ya no nos quita la sed, no es tan fresca ni tan transparente... y no es más que esta asquerosa suspicacia. Nadie puede robarnos lo que perdimos...

Las sonrisas de hoy son las lágrimas del mañana, nunca ajenas por supuesto. Las ajenas relucen y viajan y ven el mundo que aquí es sólo un deseo.

Mañana no tiene porqué ser mejor. Sé que acabaré dejándolo todo a medias y me rendiré ante mi gran enemiga por mucho que me pese, y no seré un bien preciado para nadie. Es un sentimiento verdadero, mucho más que cualquier mentira pasajera.



Hoy he salido de mi jaula a la deriva para volver a enmudecer en ella sobre las nueve y media.

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