lunes, 19 de julio de 2021

Sin cortesía

El sol sale todos los días. No verás la mañana, en esta latitud, donde el sol no se eleve. El sol no puede permitirse estar cansado, agotado de ostentar su responsabilidad. El sol no puede quejarse, porque sólo él puede hacer lo que hace. Brilla, brilla con todas sus fuerzas. Brilla a pesar de las nubes, de la lluvia, incluso de la noche. Le da su luz a la Luna, hace crecer la hierba, baña todo lo que encuentra solidariamente, y aunque pasen los años sigue, sigue ahí.

El sol no necesita presentación. El sol tardará mucho en agotarse. Sabe que no puede hacerlo, que si se agota todo estará perdido, que esa luz es única, que sería muy triste perder su originalidad por lágrimas pasajeras o sinsabores nimios, ni siquiera por grandes problemas. El sol es genuino y todos lo saben, lo ven con apenas un rayo, un destello. El sol es consciente, y también es consciente de su soledad. El sol ama a la Tierra, admira el azul y turquesa de sus aguas, contempla la belleza de sus formas, la vida en sus entrañas, la fuerza de sus elementos. Ella tiene su propio ritmo, gira una y otra vez sobre sí misma, a veces se acerca y vuelve a alejarse. No puede controlar su propio caos, no sabe cuánto tiempo podrá soportarlo. 

Así es este universo. Sin cortesía.


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