miércoles, 25 de agosto de 2010

Amor loco

El mío nunca ha tenido otro nombre. Estoy impaciente por leer el cómic de dicho título y ver el grado de paralelismo que, a priori, intuyo con respecto a la manera de amar de Harley Quinn.

Sí, se puede amar una mente perversa, se puede amar al mismo diablo, a un destructor emocional, y adorarlo, y convertirte en su esclava si él te deja, si acaso te lo permite. Ver a un villano como tu héroe. Y la sola opción, la rendija entreabierta de su puerta te enajena, te envuelve, te enloquece y te alimenta. Te vuelves capaz de hacer cualquier cosa, te vuelves mucho más que la causa que te mueve y apenas sin darte cuenta te conviertes en una diosa poderosa que por dentro se cree una sierva. Pero pasan los años y ves lo perfecta que eras, a pesar de la locura. Y aún así, no concibes una forma diferente de amar... locamente.

No sé si es un comportamiento sólo atribuible a una mujer. Sé que en estos temas somos diferentes. He bebido de causas tan perdidas... que me mataban y me daban la vida al mismo tiempo de forma irremediable. No me apetece valorar las mentiras y la verdad de lo que fueron, sólo sé que me hicieron la más fuerte creyéndome débil. También he compartido lágrimas de corazones que no me pertenecían mientras el mio cargaba con la esperanza vana de dosis extrañas, luchando contra la negación de ellos mismos, de sus propios sentimientos.

Pero aprendí llegado el momento, y no hace mucho, que realmente merezco ser amada, tanto como soy capaz de hacerlo, hasta la locura, hasta el final del universo, y no tener que seguir a nadie siempre, no tener que arruinar mi vida y corromperla por otro. Tampoco busco ser perseguida, simplemente vivir la vida de la forma más intensa... juntos. Matarnos y revivirnos todo el tiempo, a todas horas, reir, llorar, y explotar si queremos hacerlo.

Releo, e igual sigo.